El papa Benedicto XVI dijo que “a pesar de algunos signos esperanzadores, la violencia continúa trayendo dolor, soledad, muerte e injusticia” a muchos colombianos y pidió a los obispos de ese país que contribuyan a la tutela de la vida humana y al cultivo de la paz.
El papa hizo esas manifestaciones en el discurso que dirigió a los obispos colombianos que desde el pasado día 1 de septiembre se encuentran en el Vaticano para la visita “ad limina apostolorum” (a la que están obligados todos los prelados del mundo cada cinco años), y a quienes recibió en la residencia de verano de Castel Gandolfo.
Un día después de que deseara que el diálogo iniciado entre el Gobierno colombiano y representantes de las Farc “esté guiado por la voluntad de perdón y reconciliación”, el Obispo de Roma volvió a insistir en la necesidad de alcanzar la paz.
El Pontífice les animó a “inspirarse” en Cristo, suplicando humildemente su gracia”. “Siembren Evangelio y cosecharán reconciliación, sabiendo que, donde llega Cristo, la concordia se abre camino, el odio cede paso al perdón y la rivalidad se transforma en fraternidad”, aseguró el papa, que en su discurso no se refirió directamente al inicio del proceso de paz abierto entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc.
La secularización precisó incide con fuerza en los modos de vida “y trastorna la escala de valores de las personas, socavando los fundamentos mismos de la fe católica, del matrimonio, de la familia y de la moral cristiana”.
Benedicto XVI les invitó a prestarle la atención que necesitan para su vida espiritual, intelectual y material, “para que puedan vivir fiel y fecundamente su ministerio”.
Señaló que los obispos tienen que ser modelo de vida y entrega y agregó que deben cultivar las vocaciones y la formación inicial de los candidatos al sacerdocio, ayudándoles a discernir la verdad de la llamada de Dios, “para que respondan a ella con generosidad y rectitud de intención”.
A este respecto, manifestó que deben revisar los contenidos y los métodos de formación para que los nuevos sacerdotes puedan responder a los desafíos del mundo actual y a las necesidades del Pueblo de Dios.