Con su victoria y el empate de Junior, los azules dependen de sí mismos para ser finalistas.
Como los boxeadores de raza, Millonarios puede recibir golpes de nocaut, pero siempre muestra arrestos para ponerse de pie. Lo hizo después del 8-0 en el Bernabéu y este domingo, luego de la eliminación de la Suramericana, dio signos de vida en el cuadrangular A tras vencer 1-0 a Deportivo Pasto y lograr su segunda victoria en línea, que lo mantiene con opciones de ser finalista.
Eso sí, en la reacción azul Junior siempre ha tenido algo que ver. Después del descalabro en Madrid, el equipo barranquillero visitó El Campín, donde cayó 2-0 y no amenazó el liderato embajador, y también al ceder este domingo un empate en el Metropolitano contra Tolima, en el inicio de la cuarta fecha semifinal, impulsó aún más a los de Hernán Torres, que una semana atrás parecían tener más cerca la Copa y ahora tienen de la mano la Liga.
El DT de Millos, consciente de que era ganar o ganar frente al subcampeón, arriesgó de entrada al poner a Rafael Robayo en lugar de Juan Esteban Ortiz. Perdía en marca, pero les daba un socio más en manejo a Máyer Candelo y Hárrison Otálvaro.
La apuesta, sumada a una presión que más bien fue ahogo para Pasto (no pasaba el primer cuarto de cancha) y a la movilidad de Wilberto Cosme y Jorge Perlaza (reemplazó a Wason Rentería), convirtió rápidamente a José Fernando Cuadrado en figura.
Desde los 50 segundos, con un remate de Yhonny Ramírez, el arquero del Pasto lucía como una semana atrás en el estadio Libertad: IM-PE-NE-TRA-BLE. Lo tapaba todo y hasta con la vista, porque Rafael Robayo lo desafió en un penal, luego de la falta de John Montaño sobre Cosme, y el balón se fue lejos del arco visitante.
Deportivo Pasto ganaba en confianza y se atrevía en rápidas salidas. En una de ellas, Edwards Jiménez arrumó rivales al borde del área, pero su remate fue bloqueado y el balón cayó en Candelo, que lucía tan opaco como el pasado jueves, pero al haber siempre luz en su botín izquierdo, el 10 levantó la cabeza y puso un pase-gol, o mejor un ‘gol-pase’, que Cosme aprovechó para despertar a El Campín (41 PT).
Nada mejor que irse ganador al vestuario.
Y en el segundo tiempo, aunque Pasto tuvo más el balón y pobló el medio, no fue lo suficientemente profundo -ni con los tres cambios- para comprometer la victoria azul.
Torres se la jugó y volvió a salirse con la suya. No tiene de otra, es cierto, porque sólo queda la Liga y la Suramericana es pasado. Seis puntos, dos victorias en línea y después de ser colero, ahora Millonarios es segundo y está más vivo que nunca para pelear el título.
El próximo miércoles en Ibagué no puede perder el impulso, para depender de sí mismo y seguir vislumbrando la anhelada estrella 14.