Un doble sentimiento embargaba el domingo a más de 30.000 caleños en la ceremonia de clausura de los Juegos Mundiales en el estadio Pascual Guerrero: pena al decir adiós a más 3.500 deportistas de 107 países que participaron en las justas y alegría porque se mostró la amabilidad y la capacidad organizativa de Cali y el país.
No podía ser de otro modo la despedida: 60 niños de la Orquesta sinfónica de salsa infantil pusieron a bailar a los presentes, al ritmo vertiginoso del son característico de esta región.
Temprano, el presidente Juan Manuel Santos visitó algunos sitios de competencias. “El mundo está comprobando lo que los colombianos pueden hacer. Quiero ante todo felicitar de todo corazón y a nombre de todos los colombianos a Cali, a los caleños, a los organizadores de estos eventos. Estos Juegos representaron algo muy importante no solamente para Cali, sino para Colombia entera”, manifestó.
Con guayabera y sombrero vueltiao, Ron Froehlich, presidente del Comité internacional de los Juegos Mundiales, agradeció a los voluntarios, la Policía, al público y a los deportistas por la realización del evento. “Muchas gracias Cali”, dijo en español. Temprano, manifestó que estos juegos eran los de mayor asistencia de las nueve ediciones realizadas. Dejó abiertas las puertas para que Colombia vuelva a celebrar el evento.
Y cuando la bandera de Cali y de los juegos bajó, muchos enmudecieron. “No puede uno menos que sentir tristeza por el fin de un evento que nos llenó de alegría y mostró a Cali ante el mundo”, dijo una joven en la gradería occidental del estadio.
Rafal Dutkiewicz, alcalde de Breslavia (Polonia), donde se realizará la X edición de los Juegos Mundiales, recibió emocionado la bandera de los Juegos. “Estoy impresionado de lo que he encontrado aquí, de la infraestructura de los escenarios; el público es muy alegre y entusiasta”, expresó.
Otra vez la emoción se encendió con los sones del Pacífico, con las marimbas y tamboras de Herencia de Timbiquí. Las delegaciones no paraban de bailar y las graderías se volvieron una inmensa pista de baile. Luego, el turno fue para Superlitio, que dio un toque de rock y ritmos electrónicos a la fiesta de despedida, y un inmenso aplauso se escuchó cuando el samario Carlos Vives apareció en escena y agradeció estar en tarima ante un evento de tanta talla y con reconocidas agrupaciones.
Flautas, acordeones y tamboras seguían sonando, y los deportistas fueron agarrando pareja y no paraban de bailar.
Fueron 11 días de sudor deportivo, y para los atletas de las 31 disciplinas en su adiós a Cali fue el goce con ritmos del trópico. Ellos serán embajadores de Cali y Colombia, al menos por cuatro años hasta su reencuentro en Polonia. Varios asistentes coincidieron en que se llevan una nueva imagen de un país del que tenían otras referencias.
“Se lució, Cali se lució”, dijo el alcalde Rodrigo Guerrero, y lo corearon 30.000 personas que asistieron al Pascual Guerrero.