Ortega reclama posesión sobre Guanacaste, provincia que desde 1824 está bajo soberanía tica.
Misiles verbales cruzan con frecuencia, de norte a sur y de sur a norte, la frontera entre Costa Rica y Nicaragua.
El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, aprovechó un festejo militar, el pasado 13 de agosto, para reclamar la posesión de su país sobre Guanacaste, territorio de poco más de 10.000 kilómetros cuadrados que desde 1824 está bajo soberanía costarricense y limita con Nicaragua.
La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, le contestó: “Presidente Ortega: no permitiremos que su irresponsabilidad separe a nuestros pueblos. No caeremos en sus provocaciones, pero tampoco seremos pasivos ante ellas”, y advirtió a los costarricenses que la amenaza “expansionista” de Managua es “real”.
Ortega anunció que su gobierno podría reclamar Guanacaste ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya porque “eso le permitiría a Nicaragua recuperar un inmenso territorio, si la sentencia lo favoreciera”.
La soberanía costarricense en esa zona, respondió Chinchilla, es una decisión que “nadie podrá cambiar con amenazas, falsedades, matonismo o invasiones”, al rechazar que Managua cuestione a San José sus “derechos absolutos” sobre esa región y reiterar que no le quedara duda a nadie de que “Guanacaste es, ha sido y siempre será costarricense”.
Guanacaste es costarricense desde el 25 de julio de 1824, cuando sus habitantes se anexaron a Costa Rica con una proclama histórica: “De la Patria por nuestra voluntad”.
Costa Rica y Nicaragua firmaron en 1858 un tratado que delimitó fronteras y que reconoció a Guanacaste como suelo costarricense. Aunque nunca perteneció a Nicaragua, los nicaragüenses siempre han dicho que ese territorio del noroccidente de Costa Rica les pertenece.
El pleito ha hecho resurgir los síntomas de xenofobia. Con un constante intercambio de ataques verbales, Costa Rica y Nicaragua –en roces con Honduras y en tensiones de delimitación marítima con Colombia– prosiguen atados a viejos líos territoriales. Los problemas bilaterales se complicaron en octubre del 2010, cuando Costa Rica acusó a Nicaragua de invadir y ocupar con tropas una parte de suelo costarricense en la frontera común. Nicaragua alegó que ese sector era suyo y se negó a retirar sus tropas, pleito que los costarricenses llevaron a la CIJ.