Estados Unidos rinde este viernes homenaje al expresidente John F. Kennedy, una figura que ha crecido en magnetismo desde su asesinato el 22 de noviembre de 1963 en un paÃs que, 50 años después, no ha puesto fin al debate sobre su muerte ni a la idealización de un polÃtico que marcó una era.
El reloj marcaba las 12:30 horas cuando la limusina descapotable de Kennedy, de camino a un multitudinario almuerzo en Dallas (Texas), giró hacia Dealey Plaza.
“Y de repente se escuchó ‘pop’. Y después ‘pop, pop’. Tres disparos. Y vi como la limusina casi se detenÃa por un momento y después se alejaba a toda velocidad”, dijo Julian Read, que se encontraba en la caravana presidencial en calidad de portavoz del gobernador de Texas, John Connally, herido también en el tiroteo.
El paÃs tuvo apenas una hora para la incertidumbre hasta que el portavoz de la Casa Blanca, Malcolm Kilduff, anunció desde una improvisada sala de prensa en el hospital Parkland Memorial la temida noticia: el presidente habÃa muerto a la 1:00 de la tarde.
Los esfuerzos de reanimación del jefe de cirugÃa del hospital, Ronald Jones, no bastaron para un cuerpo que sangraba mucho, habÃa perdido masa cerebral y tenÃa disparos en la cabeza y el cuello.
“Probablemente estaba muerto desde el principio”, recordó Jones esta semana en un acto con periodistas en Dallas.
Una de las frases más repetidas en este 50 aniversario, que congregará a más de 5.000 personas en un homenaje en Dallas y motivará decenas de actos en todo el paÃs, es la de que “la televisión maduró ese dÃa”.
En efecto, muchos aún recuerdan el gesto solemne con el que el periodista Walter Cronkite se quitó las gruesas gafas de pasta antes de anunciar que el presidente habÃa muerto “hace unos 38 minutos”.
Durante los cuatro dÃas siguientes, las tres grandes cadenas de televisión se convirtieron en un informativo constante, prendido dÃa y noche en millones de hogares en Estados Unidos, que dos dÃas más tarde pudo ver en directo el momento en que Jack Ruby disparó y mató al acusado de asesinar al presidente, Lee Harvey Oswald.
La muerte de Oswald eliminó toda posibilidad de un juicio, y la búsqueda de respuestas quedó en manos de un comité establecido por el nuevo presidente Lyndon B. Johnson, la Comisión Warren.
Su conclusión, la de que Oswald actuó solo para matar a Kennedy, fue aceptada por muchos y cuestionada durante décadas por tantos otros, incrédulos ante la posibilidad de que un joven inestable pudiera haber acabado con el presidente de Estados Unidos.
Un complot de la CIA, un plan del vicepresidente Johnson, una operación de la KGB y el régimen cubano de Fidel Castro o una venganza de la mafia son algunas de las teorÃas de la conspiración que hoy siguen en plena evolución, con nuevos libros que abordan el crimen con diferentes ángulos y evidencias.
“A dÃa de hoy, tengo serias dudas de que Lee Harvey Oswald actuara solo”, admitió el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, en una entrevista este mes con la cadena NBC.
El cubano Félix RodrÃguez, un exagente de la CIA, asegura que el propio hermano del presidente, Robert Kennedy, le confesó su propia teorÃa sobre la muerte poco después del suceso.
“Castro ordenó matar a Kennedy, porque en ello le iba la propia supervivencia”, aseguró RodrÃguez en una entrevista.
La mayorÃa de las teorÃas presentan a Oswald como un tÃtere, pero hay quien, 50 años después, defiende incluso que él nunca apretó el gatillo. Uno de ellos es Buell Wesley Frazier, que el 22 de noviembre llevó en su coche al futuro acusado de asesinato al lugar de trabajo que compartÃan: el Depósito de Libros Escolares de Texas.
“Nadie ha podido convencerme nunca de que lo hizo. Creo que el caso sigue abierto, y que Estados Unidos no ha escuchado la verdad”, afirmó Frazier.
Con o sin respuestas, Estados Unidos sigue viendo hoy en Kennedy un sÃmbolo de la ilusión por la polÃtica, la promesa de un sinfÃn de aspiraciones que no vieron la luz en su mandato pero inspiraron desde la llegada del hombre a la Luna en 1969 a la campaña del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en 2008.
La noción de “Camelot”, que vinculaba la era Kennedy con la leyenda del rey Arturo, fue inventada poco después del asesinato por su viuda, Jacqueline, y tomó fuerza de inmediato.
La intensidad con la que Estados Unidos vive este 50 aniversario apunta a que el mito que rodeó a Kennedy sigue muy presente, pero historiadores y expertos coinciden en que es justo ahora, con cada vez más generaciones que no vivieron ese trágico dÃa, cuando empieza a haber claridad histórica para apreciar el verdadero legado de JFK.
Según apuntó Obama el jueves, el legado de Kennedy no está en su lista de logros, sino en su carácter, el de un hombre “valiente” que encarnó el sueño de su paÃs de “desafiar los retos, escribir su propio destino y hacer del mundo un lugar nuevo”.