Sábado, 28 de Septiembre del 2024
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12 ZAPATOS PARA 12 AMANTES

Publicado el 23/12/13

Zapato #1
Honey
Natasha

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Natasha se quitó la chaqueta y se arrodilló en la cama.
-“Seb, te hice galletas”.
Se quitó la camisa.
-“Pobrecito, ¿cómo está tu pierna?”
-“Todavía me duele un poco”-, sonreí avergonzado, mientras simulaba estar adolorido.
-“¿Puedo hacer algo por ti?-, me sonrió mientras saltaba en un pie y se quitaba los pantalones. Tenía un cuerpo increíble.
Lo hicimos.
Ella cocinó.
Ella limpió todo.
Cuando me dormí, me dejó una galleta junto a la cama. Dibujó un corazón y se fue a su casa silenciosamente. Natasha me cuidó mientras estuve en cama; nunca he conocido a otra mujer que fuera más feliz cuidando a un hombre. Tan pronto me recuperé, terminé con ella. No estaba acostumbrado a que me trataran tan bien.

Zapato 2.
Bebé llorona
Alexandra

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Alexandra apareció llorando en mi puerta. Estaba lloviendo, estaba empapada, temblaba. “Seb, ¿puedo dormir contigo esta noche?”. Murmuró algo acerca de haber terminado con el “imbécil de su novio”. Le preparé sopa mientras tomaba una ducha caliente.
Alexandra estaba feliz nuevamente.
Me miró amorosamente y se me tiró encima. Me besaba, me mordía, me empujaba y jugaba. En segundos terminamos en medio de una relación sexual entre el odio y la reconciliación, de la que yo era claramente el beneficiario gracias al “imbécil de su novio”. Caímos exhaustos y ella comenzó a llorar. La abracé y le dije que todo iba a salir bien, sintiéndome rato por estar en la cama con una mujer que lloraba por otro hombre. En la oscuridad, Alexandra continuó llorando y enviando mensajes de texto a su ex durante el resto de la noche.
Ensayé buscar un nuevo encuentro, pero claramente yo no le importaba. Ya no le importaba nadie más que el “imbécil de su novio”.

Zapato No. 3
La buscadora de oro
Alison

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Estacioné mi auto afuera de la casa de mi novia. Un Porsche azul se estacionó a mi lado, Alison se bajó de él.
-“Mi jefe se reía, dice que es curioso como todoso los artistas quieren tener un carro viejo y destartalado”.
Alison trabajaba como reportera en una estación de televisión. Era hermosa, la cámara la adoraba y, aparentemente también su jefe…
Alison me agarró una nalga.
-“Ven conmigo, mi pobre artista muerto de hambre”.
Enojado, me metí en la cama. Hicimos el amor duro y largo, pero yo no estaba en ello; solo quería probarme en la cama por todo lo que no le podía comprar.
-“Seb, todas mis amigas van a viajar a Brasil invitadas por sus novios”.
-“Sabes que ahora no puedo pagarlo, por favor espera un poco. Te prometo que algún día me irá bien”.
Alison no quiso esperar. Aparentemente su jefe tampoco.

Zapato No. 5
La reina de hielo
Sophie

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Cuando Sophie caminaba por la pasarela yo me sentía como el chico que había recibido el Lamborghini, cuya foto tenía colgada en la pared de su habitación. Era tan alta que acostado en la cama realmente tenía que estirar los brazos para cogerle las nalgas.
La primera vez que tuvimos relaciones sexuales se acostó en la cama y no se movió. No dijo una palabra. En la cama me esforzaba para hacer valer el lugar que, cuando nos veían a los demás, pensaban que no me merecía. Después de un tiempo me gané mi lugar y, alcancé a seducirla un poco.

Zapato No. 6
Hot B Carolina

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“Qué lindo color. Sr. Errazuriz”, se reía Carolina, mientras acariciaba la corbata de mi padres durante el matrimonio de mi primo. “Deja de jugar con la maldita corbata”, pensaba yo. “¿No sabes que jugar con la corbata de un hombres es como jugar con…?”. Carolina era una bomba sexual en un vestido rojo diminuto, bailaba como si tuviera que bailar para pagar sus estudios. Podía sentir las miradas desaprobadoras de las mujeres, pero me enfocaba en la envidia de los hombres.

Abandonamos la mesa a la mitad de la cena para ir al jardín a hacer el amor. Cuando regresamos era como si tuviéramos un cartel que dijera: “Acabamos de hacerlo”. Los envidiosos y las desaprobadoras nos odiaban. Incómodos y avergonzados, bebimos hasta que dejó de importarnos. Carolina terminó haciendo una escena y terminamos trompezándonos y cayendo en medio de la pista de baile. Mi traje se rasgó y ella perdió una tiranta de su vestido, mientras estábamos tendidos en el suelo, heridos y apenados, la multitud nos rodeó para avergonzarnos aún más. Yo era adicto a Carolina y ella era adicta a la atención. Hasta donde entiendo, Carolina me fue infiel a mí y a todos los demás hombres con los que estuvo.

Zapato No. 8
La jefe
Rachel

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Siempre fue incómodo tener relaciones sexuales con Rachel. Nunca savía cuándo debía entregar o tomar el poder.

Era como jugar con una bomba sin saber cuándo iba a explotar. Era una feminista de línea dura, pero en la cama aprentaba ser una niña pequeña, o se ofrecía para hacer striptease, o a que yo le diera palmadas en elt rasero. Si al día siguiente le llevaba flores me daba un discurso de una hora, acerca de lo machista que es llevarle flores a una mujer. Nunca sabía qué esperar. Cuando un día apareció utilizando mis calzoncillos nuevos, me vi obligado a decidir si quería utilizar sus calzones o ir a casa por otro par y escapar.La última vez que la vi estaba muy coqueta y sensible. Le di una palmada juguetona. Ella ronroneó. Y luego –mi error. Le di otra palmada juguetona. Me pegó tan duro que casi caigo al suelo.

Zapato No. 9
Jet setter
Josepha

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Josepha me cogió la pierna por debajo de la mesa. Se veía guapísima.
-“Sabes que mi padre tiene un avión. Casi nunca lo usa”-, me susurró.
Su padre es un hombre importante. Estoy seguro de que la familia tiene varios aviones.
-“¿Te dije que tenemos una casa vacía en París que sería perfecta para tu estudio de arte?”. Josepha regresó del baño. Yo ya había pagado la cuenta.
-“Seb, perdí las llaves de mi apartamento. ¿Podemos ir al tuyo?”
-“Pero ustedes son los dueños del edificio. Seguro que el casero tiene una llave de repuesto”-
Permanecí en silencio durante todo el viaje en taxi. Entre más me trataba de convencer de la vida que llevaríamos juntos, menos guapa me parecía. Cuando llegamos a mi diminuto apartamento, recuperé mi dignidad.
-“Lo siento Josepha, pero no puedo acostarme contigo”-, dije sintiéndome estúpido.
-“Puedes dormir en mi cama, pero no pasará nada”.
Josepha lo intentó a mitad de la noche. Aparenté estar dormido y la ignoré. A la mañana siguiente se fue iracunda en una camioneta negra que llegó a recogerla.

Zapato No. 10
Gi Jane
Bárbara

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El padre de Bárbara abrió la puerta y llevaba su uniforme militar.
-“Buenas noches, señor. Estoy aquí para recoger a Bárbara”, el coronel me miró de arriba abajo, mientras yo jugaba nerviosamente con las llaves del carro de mi padre. El coronel tenía una estricta política sobre “no permitir hombres en la casa”-
Bárbara siempre encontraba maneras de provocarme:
-“No llevo ropa interior”, me susurró mientras estábamos en el carro.
-“Vamos, comando”, y se rió.
De repente unas luces muy fuertes encandelillaron todo el lugar donde estábamos a escondidas. Me bajaron del cuello apuntándome con un arma, mientras ella se cubría el pecho con las manos y miraba para todas partes. Convenció a los hombres para que llamaran a su padre, convencida de que el rango los ayudaría a salir del problema.
Pero pensando en el espíritu de pelea y peligro del padre, decidí, en un acto valiente, huir por mi bienestar.
Y sigo huyendo…

Zapato No. 11
El fantasma
Valentina

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Valentina era una chica de un pueblo costero. Ella era hermosa y salvaje en un sentido extraño, casi como un niño perdido en un bosque. La veía todos los días en la playa, pero nunca habíamos hablado.
Un día apareció al azar en la puerta de mi cabina y pasó la noche conmigo. Puede ser absurdo de creer, pero donde quiera que hiciéramos el amor, el pelo de Valentina después del sexo era más loco de lo normal. Como una reacción eléctrica. Siempre se veía como si hubiera metido los dedos en un tomacorriente.
Parece que a ella le gustaba cómo quedaba su pelo, porque volvía cada noche, pero yo no sabía después para dónde se marchaba. Cuando el verano terminó, prometió visitarme después, pero nunca lo hizo. Regresé a la playa el verano siguiente, pero ella se había ido.
Un día la volví a ver muchos años después. Se veía algo mayor, pero tan hermosa y salvaje como siempre. Llevaba de la mano a un hermoso niño con el mismo pelo de locura.

Zapato no. 12
La roca
Alicia

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Alicia sabía que íbamos a estar juntos mucho antes de que yo lo supiera. También sabía que eventualmente romperíamos, aunque siempre se quiere creer lo contrario.
Ninguno de nosotros sabía que iba a ser tan pronto.
La amo demasiado.
Siempre lo haré.

Informacion http://www.fucsia.co



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