No quiere decir que solo pinten acuarela, pero la acuarela los pinta, todos los días. Desde hace 15 años, incluso, los pinta como Asociación antioqueña de acuarelistas.
Era 1999 y Fernando Botero estaba de visita en Medellín. La propuesta del entonces alcalde, Juan Gómez Martínez, era darle un regalo al pintor. Nancy Samur convocó a 26 acuarelistas para hacer el presente que, cuenta ella, el maestro se llevó a París. Esa fue la excusa para que la asociación empezara y reemplazara a la había, que dirigía el artista Francisco Madrid.
Lo de Botero pasó en abril, pero la Asociación celebra el cumpleaños el 22 de mayo, aunque el festejo ya esté en las calles, de la manera como ellos lo saben hacer: exponiendo sus obras. “Lo que buscamos es conservar el patrimonio cultural en la acuarela, que es antioqueño. Lo importante es difundir y futurizar”, expresa Nancy, la presidente.
Miembros activos, de los que pintan en sus casas, y de los que pintan en conjunto, cuando se reúnen, por ejemplo, en Parque Arví, son unos 20. Algunos de los fundadores se han ido ya, con la muerte. Quedan, no obstante, sus acuarelas.
“Primero que todo, nos encanta ser acuarelistas. Es el medio de la pintura que más usamos. La dispersión del color con el agua nos causa emoción. La acuarela genera unas sensaciones extrasensoriales. Unas emociones que invaden el cuerpo. Para todos es la forma de poder expresar”, señala Juan José Ruiz, quien ha estado con la Asociación desde esa primera vez.
Han hecho muchos proyectos, como la Red de pintores escolares, que tuvo unos 1.200 niños de distintos barrios. Ya no está, pero todavía la sueñan.
También tienen el Día de la luz y cada año exponen, unas tres o cuatro veces. La enseñanza a los niños continúa. Saben que es la manera de que el patrimonio se preserve a futuro, pero, además, están convencidos de que la acuarela ayuda al desarrollo de la inteligencia.
El otro interés está en la internacionalización porque, comenta Nancy, en el mundo hay una ola de la acuarela, con asociaciones chinas, turcas, estadounidenses. En Colombia, la de Antioquia es la única que permanece. Ya se acabó la de la costa y la de Cali, que fueron tan importantes. Eso, precisa ella, es un motivo más para continuar.
De todas maneras, explica don Juan, la acuarela sigue ocupando su espacio, aunque no tenga el auge de épocas anteriores. Le parece, además, que no hay en el medio mucha difusión. “El pintor de acuarela es un máster en la pintura y necesita prácticamente toda la vida para hacer bien una acuarela —continúa la presidente—, por la misma dificultad. No es una técnica fácil. Una buena acuarela es un trabajo que influye en la personalidad persistente de un ser humano. Lo vuelve guerrerito”.
Quince años lleva la Asociación, pintando en acuarela. Es la forma de decir que son felices entre esa pintura que se mezcla con el agua. Es la manera de encontrarse con los colores, nunca el blanco, y el papel. También con los amigos
Elcolombiano.