La evidencia está en las cabezas de siete personas asesinadas durante las manifestaciones ocurridas desde el 12 de febrero. Cinco recibieron tiros en el cráneo, a una le dispararon perdigones en la cara y otra fue golpeada en la cabeza hasta provocarle una lesión irreparable.
Aunque las investigaciones sobre los crímenes se mantienen abiertas, expertos adelantan que la misión de los agresores ha sido clara: matar. “Los perdigones son usados para causar el mayor daño posible, incumpliéndose el uso progresivo de fuerza. En el caso de las personas que han muerto por balas en la cabeza se evidencia que el objetivo de sus victimarios ha sido matarlas”, dijo Rafael Uzcátegui, miembro de Provea, que considera que la intención no es neutralizar a los manifestantes.
El criminólogo y abogado Javier Gorriño indicó: “No se dispara, en muchos casos, para dispersar, sino para ocasionar daño. No se lanzan tiros de perdigones al aire, sino en contra de personas. Se busca herirlas en zonas vulnerables del cuerpo”.
El general retirado Miguel Aparicio, miembro del Frente Militar Institucional, cuestiona la actuación de los guardia nacionales bolivarianos. “Hay personas en la FAN que me dicen que los grupos que han actuado en materia de orden público no parecen guardias nacionales, sino mercenarios. Los militares no fueron formados y preparados para reprimir de esta manera tan agresiva”, dijo.
Uzcátegui, y agregó que el discurso del presidente Nicolás Maduro ha acentuado las agresiones: “Mientras el gobierno avale la tesis de golpe de Estado, estará avalando que la GNB y los grupos armados enfrenten a los manifestantes como ‘golpistas”.
Nueve de las 15 personas fallecidas desde el 12F eran manifestantes que fueron heridos por cuerpos de seguridad del Estado o paramilitares vinculados con el oficialismo. Los 6 restantes murieron en circunstancias no claras, que la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, relaciona con las guarimbas. Dos de ellos son Doris Lobo (Mérida) y Asdrúbal Rodríguez (Caracas).
Informacion Eltiempo.com