Lo habÃa intentado una, dos, tres veces, este domingo en El CampÃn. ParecÃa que Omar Pérez volvÃa a salir en blanco, pero en otro paciente intento liberó ese grito contenido de gol. Solo tuvo que acariciar la pelota, a un centro de Otálvaro. El arco estaba desprotegido, sin guardián. Y el volante, que buscaba su gol 100 como profesional, por fin lo consiguió. Fue muy especial. Fue el gol del triunfo frente a Millonarios. Valió la pena su espera.Â
Omar habÃa tenido un buen partido, pero el gol que tanto anhelaba no lo encontraba. Se le hacÃa esquivo, tal como en los últimos seis partidos en los que buscó su gol 100 –incluso falló un penalti en Tunja–. Este domingo en el clásico sà que lo intentó. Desperdició una insólita opción, solo frente al arco, cuando quiso acomodar tanto el balón a un palo que pasó zumbándolo. Luego, con extraña falta de precisión, mandó un balón a las nubes. Y en otra opción, extendió al máximo su pierna derecha para conectar la pelota, pero su intento salió débil y lo contuvo el arquero Ramos. No perdÃa la paciencia.
Mientras tanto Millonarios, que era el local, que tenÃa urgencia de victoria –algo que no conoce desde hace cinco fechas de Liga–, no encontraba el norte. Pareció ansioso desde el inicio, o cómo explicar que Uribe fallara una clara opción cuando tenÃa que rematar y se quedó meditándolo. Lo desarmaron. Iban 7 minutos, Fue la primera y la última.
De nada le sirvió al técnico Lillo su planteamiento inicial, con Lewis Ochoa, el más eficiente lateral, como tercer central; con un invisible Leudo por la derecha; con un anónimo Candelo; con un solitario Uribe. Esta vez Millos no tuvo ni opciones. Tuvo un clásico pálido. Su jugador más destacado fue el arquero Ramos que le evitó un buen remate a Morelo y le impidió a Cuero que ampliara el marcador.
Santa Fe, que jugó con lÃnea de tres defensores, se vio más claro, más preciso. SalÃa Otálvaro por la derecha, luego Arias por la izquierda. Torres tuvo su acostumbrado coraje. Y Pérez esperaba.
Fue cuando llegó esa salida fugaz al minuto 19 de la parte final. El saque del arquero Vargas, el centro de Arias desde oriental, la bajada de pelota de Otálvaro y el centro preciso; no buscaba una pierna milagrosa, buscaba la de Pérez. Allà apareció el ‘10’ de cabeza rapada, cayéndose, soportando un ligero estorbo de Fabián Vargas, y con el arco a disposición anotó. Se levantó eufórico, rompiendo su habitual rigidez. Se quitó el brazalete amarillo de capitán y lo besó. Recibió los abrazos y la camiseta roja con el número 100. Su centenar llegó de manera especial, en el triunfo del clásico. Valió la espera.
Informacion Eltiempo.com