Particulares se están aprovechando de los subsidios que el Distrito les ofrece a poblaciones vulnerables para que usen el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), a través de la reventa de pasajes de las tarjetas para ingresar a él.
Unos hombres solitarios, ataviados con chaquetas gruesas para aguantar el frío, una tabla pisapapeles y más de 15 tarjetas verdes TuLlave, esperan a quienes salen a trabajar entre las 5 y las 9 de la mañana.
La estrategia no es venderlas ni recargar las de otros, sino ofrecer los pasajes de las que tienen, por 1.500 pesos: el mismo precio que tendrían en las estaciones de TransMilenio de la carrera 10.ª, la calle 26 o en cualquier tienda de barrio que haga recargas. (Vea en imáganes cómo funciona el mercado negro de pasajes del SITP)
“Las personas que no hayan podido recargar su tarjeta del SITP, nosotros le vendemos su pasaje para mayor agilidad y que ahorren tiempo a un valor de $ 1.500. Oído, a solo $ 1.500”, repite un altavoz.
¿Dónde está el negocio? Todas las tarjetas –guardadas en bolsillos plásticos transparentes con rigor inmaculado, como si se tratara de un álbum de fotos– son personalizadas y tienen algún descuento o subsidio, bien sea para adultos mayores, personas en situación de discapacidad o con Sisbén.
Por supuesto, no les pertenecen a esos comercializadores, ni están a su nombre, pues son personales e intransferibles, según el reglamento de TransMilenio.
Así son las matemáticas: si se trata de una persona con Sisbén, el pasaje vale 600 pesos en las horas valle y 900 pesos en las pico, por lo que la ganancia oscila entre los 600 y los 900 pesos. El margen de ingreso es inferior si el beneficio es para adultos mayores, pues su descuento es de 150 pesos a cualquier hora.
Pero si es para alguien con discapacidad, cada mes el Distrito le abona 27.000 pesos, y los domingos y festivos los pasajes siempre salen gratis. (Lea tambié: Vandalismo y colados le valen $ 50.000 millones al año a Bogotá)
“… Oído, a solo $ 1.500”.
Así grita sin parar el pequeño parlante que lleva terciado el vendedor de pasajes. Un ciudadano se le acerca, le entrega el cambio exacto y esperan a que pase el bus azul. Cuando llega, el hombre se sube, pasa la tarjeta por el validador y deja pasar al comprador. Luego anota en una tablilla las ventas del día.
No es un desconocido para los vecinos: un vendedor ambulante lo saluda, otro transeúnte le hace señas y le estira otro billete, uno más que ve el bus llegar le chifla para comprar el pasaje de afán… Así es su vida desde las 5 hasta las 9 de la mañana. Todo, bajo la mirada de los conductores del SITP.
EL TIEMPO comprobó esta situación en el barrio Santa Librada (Usme), después de la denuncia de unos vecinos preocupados que han visto este comportamiento, hace meses.
“No nos parece bien. Es una cosa muy rara, porque ¿de dónde van a sacar tantas tarjetas? ¿Acaso no son para los que lo necesitan?”, pregunta la pareja de habitantes que prefirieron la reserva de su identidad.
Incluso dicen haber escuchado al hombre hablar sobre una red distribuida en los barrios Alfonso López y La Aurora, en la avenida Primero de Mayo y en la localidad de Kennedy. TransMilenio ha detectado además anomalías en Suba y en la calle 80, cerca del puente de guadua. Hecho el subsidio, hecha la trampa.
Una actividad irregular
El portal web del SITP señala que “el incentivo es personal e intransferible; por lo tanto, cada vez que se use, la tarjeta se bloqueará durante 20 minutos”. Así, para poder tener las tarjetas en funcionamiento constante, deben tener al menos 20 tarjetas que les permitan vender a razón de un pasaje por minuto.
¿Cómo las obtienen? De acuerdo con TransMilenio y la Policía, es algo que está en investigación, pero no descartan que se trate de tarjetas robadas; de solicitudes hechas ante los puntos autorizados de personalización con documentos falsos; que incluso los verdaderos propietarios prefieran venderlas a estos revendedores por un precio alto, o que se trate de familias grandes beneficiarias que unan sus tarjetas para aprovechar los subsidios.
De acuerdo con el abogado Gilberto Gómez Cifuentes, puede tratarse de varios delitos, que se agravan según las tarjetas sean robadas o no.
“Si la ley exige que sea una sola tarjeta por persona, podría uno pensar que es una forma de estafa, fraude electrónico o hurto, dependiendo de cómo han llegado a las manos de estos revendedores”, explicó.
De acuerdo con TransMilenio, en el caso del Sisbén, que es el más rentable para estos revendedores, hay 900.088 personas en Bogotá (casi el 11,5 por ciento de la población total de la capital) que podrían acceder a este beneficio, especialmente en Bosa, Kennedy y Ciudad Bolívar.
Con corte a 7 de enero de este año, se habían emitido 109.808 tarjetas para esta población, la mayoría de ellas en Ciudad Bolívar, seguidas por Kennedy, Bosa, Usme y San Cristóbal. Así, el Distrito saca de su bolsillo cerca de 5.800 millones de pesos al mes para poder darle 40 pasajes subsidiados a cada beneficiario.
Gracias a que las tarjetas para ingresar al sistema son inteligentes y todas las transacciones son registradas en tiempo real, TransMilenio y la Policía pueden detectar irregularidades, e incluso el bus exacto y el lugar de esas transacciones.
Ya hay 300 tarjetas en la mira de las autoridades y 47 anuladas, y se está visitando cada lugar reportado para comprobar la irregularidad. De ser así, la tarjeta es inhabilitada y pierde el beneficio de subsidio. El Distrito además aseguró que están “oficiando a los operadores de los buses para que denuncien inmediatamente”.
NATALIA GÓMEZ CARVAJAL
natgom@eltiempo.com