No es fácil imaginar cómo se movía, cómo acechaba la serpiente más grande del mundo que se ha descubierto en la Tierra.
¿Tan enorme como las anacondas del cine de Hollywood?
“Esta era más grande, tal vez más agresiva. Podía comerse de un zarpazo hasta una tortuga del tamaño de un carro pequeño, con las que compartía lagos profundos y un bosque tropical caluroso hace 60 millones de años”, dice Carlos Jaramillo mirando una réplica de este reptil, protagonista de una exhibición que lidera el Instituto von Humboldt en el Jardín Botánico de Bogotá.
No hay duda, al mirar este modelo a escala, de que era un reptil violento, descomunal.
Sus restos comenzaron a ser descubiertos por Carlos Jaramillo y otros paleontólogos colombianos desde el año 2005, en La Guajira, y en terrenos de la mina de carbón del Cerrejón, lugar que de paso inspiró su nombre científico: Titanoboa cerrejonensis.
Han pasado muchos años desde que ese hallazgo copó los titulares de prensa del mundo.
Y desde que fue considerado uno de los diez descubrimientos paleontológicos más importantes de la historia.
Pero, a pesar de todo, aún hay muchos misterios por resolver alrededor de esta especie, que Jaramillo, un hombre amable, trabajador silencioso e investigador del Instituto Smithsonian con sede en Panamá, llama con cariño “bicho”.
¿La Titanoboa era un ejemplar único, aislado?
No. Como ella había cientos de ejemplares. Algunas de hasta 17 metros. Imagínese un pantano, un humedal, con 20 o 50. Así era el bosque prehistórico.
¿Qué datos claves no han logrado obtener a partir de los fósiles de la ‘Titanoboa’?
Muchos. Por ejemplo, no sabemos cuándo apareció, cuántos años podía vivir, ni cómo ni por qué se extinguió. Y si vivió con los dinosaurios, si compartió espacio con ellos y por cuánto tiempo. Sí sabemos que con ella vivieron cocodrilos de hasta 17 metros y tortugas inmensas.
¿Y qué escenarios se han podido confirmar?
Que La Guajira era una tierra de gigantes. En lugar de ser un escenario desértico, como lo vemos hoy, era un bosque tropical muy húmedo, muy caluroso (casi dos grados centígrados promedio por encima del actual) y afectado por el doble del dióxido de carbono registrado en la Tierra antes de la Revolución Industrial.
Hoy se discute por el aumento de las emisiones de dióxido de carbono, causantes del cambio climático. ¿Se podría pensar que el bosque tropical, como el Amazonas, se adapta a este gas?
Esta serpiente –así como plantas y otros animales– pudó adaptarse a esas condiciones, con grandes porciones de dióxido de carbono, pero porque tenía mucha agua al alcance. La diferencia es que hoy el cambio climático, por la acción humana y la quema de combustibles fósiles, está ocurriendo rápidamente, casi 10 veces más rápido que en esos momentos de la prehistoria, y está afectando el ciclo del agua. Hoy, además, hay enormes tasas de deforestación, que en esos tiempos de la Titanoboa no existían.
¿Cuál es la máxima enseñanza que nos ha dado este hallazgo?
Que el agua, más que las variaciones de la temperatura, es la que puede hacer toda la diferencia en la estabilidad y el futuro de los ecosistemas. Si no la entendemos, la capacidad de predecir lo que va a ocurrir es muy baja. Su ciclo, así como mantenerlo intacto, resulta trascendental para la supervivencia de los bosques de los que dependen, por ejemplo las lluvias.
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