Lunes, 21 de Abril del 2025
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Four cross cautivó en Distrito 26

Publicado el 01/06/15

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Para enfrentarse a la pista en descenso hay que tener muchas agallas y a Andrés Amaya, Juan David Calle, Pablo Quintero y los mellizos Alejandro y Esteban Vélez, cuatro de los 72 participantes del four cross del Clásico EL COLOMBIANO,-Indeportes Antioquia, les sobra.

Estos pilotos, de distintas categorías, demostraron en Distrito 26, de Envigado, que para montarse en la bicicleta hay que tener más que ganas. Hay que armarse de valentía y coraje, luego de una rigurosa preparación que permite alcanzar técnica y destreza. “Se siente un vacío en el que uno no sabe si llegará o se quedará, y más cuando el terreno está mojado”, dijo un Andrés radiante por la clasificación a las finales.

Con las manos conducía la cicla y en el manubrio sostenía el casco, mientras el sudor corría por su rostro después de ascender por la montaña para esperar el turno de la final.

A Juan David, un chico de contextura menuda, lo acompañaba su familia, como es tradicional en este certamen benéfico deportivo: su papá Fáber Andrés y la mamá, Alexandra. Con ellos, la mascota, un perro llamado Ares.
“Siempre lo hemos apoyado para que haga deporte. Hay que tener nervios de acero para verlo competir”, coincidieron sus padres que, al igual que el muchacho de 14 años, de aretes y cejas tupidas, sienten que es necesario que aparezcan los patrocinadores para que pueda continuar su carrera deportiva y llegue lejos.

Más abajo de ellos estaban Paula Uribe y José Fernando Vélez, quienes seguían los movimientos de sus hijos, los mellizos Alejandro y Esteban, quienes heredaron el gusto por la adrenalina de su papá, expracticante de bicicrós y motocrós.
Aunque ella aún no se acostumbra al riesgo que asumen sus muchachos en cada competencia, estaba ahí. Sentada en medio de la montaña para ofrecerles apoyo en una actividad que empezaron a practicar con los amigos del colegio Montemayor y con quienes entrena con regularidad.

Pablo, después de hacer un reconocimiento del terreno, decidió cambiar de llantas. Con la ayuda de Juan Alejandro Ortega, uno de los instructores del club Fénix, de Sabaneta, al que pertenece, le puso unas “tachudas” a su bicicleta. Los 12 años de experiencia en el bicicrós y otro tiempo en el down hill, además de las fracturas del cúbito, radio y los dos dedos gordos de los pies, le enseñaron a tomar precauciones.

Luego, literalmente, se tragó la pista. Como todo un veterano encaró las curvas y los desniveles, y superó obstáculos.

Este comerciante independiente, de 26 años, egresado de Mercadeo y Publicidad de la Universidad Autónoma de las Américas, dueño de un negocio de papitas en Sabaneta, demostró sobre su máquina, como lo hicieron Amaya, Calle y los Vélez, que el vértigo es una pasión que brinda el four cross.

Para enfrentarse a la pista en descenso hay que tener muchas agallas y a Andrés Amaya, Juan David Calle, Pablo Quintero y los mellizos Alejandro y Esteban Vélez, cuatro de los 72 participantes del four cross del Clásico EL COLOMBIANO, les sobra.

Estos pilotos, de distintas categorías, demostraron en Distrito 26 que para montarse en la bicicleta hay que tener más que ganas. Hay que armarse de valentía y coraje, luego de una rigurosa preparación que permite alcanzar técnica y destreza.

“Se siente un vacío en el que uno no sabe si llegará o se quedará, y más cuando el terreno está mojado”, dijo un Andrés radiante por la clasificación a las finales.

Con sus manos conducía la cicla y en el manubrio sostenía el casco, mientras el sudor corría por su rotro después de ascender por la montaña para esperar el turno de la final.

A Juan David, un chico de contextura menuda, lo acompañaba su familia, como es tradicional en este certamen benéfico deportivo: su papá Fáber Andrés y la mamá, Alexandra. Con ellos, la mascota, un perro llamado Ares.
“Siempre lo hemos apoyado para que haga deporte. Hay que tener nervios de acero para verlo competir”, coincidieron sus padres que, al igual que el muchacho de 14 años, aretes y cejas tupidas, sienten que es necesario que aparezcan los patrocinadores para que pueda continuar su carrera deportiva y llegue lejos.

Más abajo de ellos estaban Paula Uribe y José Fernando Vélez, quienes seguían los movimientos de sus hijos, los mellizos Alejandro y Esteban, quienes heredaron el gusto por la adrenalida de su papá, otrora practicante de bicicrós y motocrós.

Aunque ella aún no se acostumbra al riesgo que asumen sus muchachos en cada competencia, estaba ahí. Sentada en medio de la montaña para ofrecerles apoyo en una actividad que empezaron a practicar con los amigos del colegio Montemayor.

Pablo, después de hacer un reconocimiento del terreno, decidió cambiar de llantas. Le puso unas “tachudas” a su bicleta. Los 12 años de experiencia en el bicicrós y otro tiempo en el downhill, además las fracturas del cúbito, radio y los dos dedos gordos de los pies le enseñaron a tener todas las precaciones.

En la pista, este integrante del Club Fénix y de 26 años, literalmente se tragó la pista. El

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