El nuevo Ministro para el Posconflicto en Colombia es el economista bogotano Rafael Pardo Rueda, quien según el anuncio del presidente Juan Manuel Santos, “reúne todas las cualidades para asumir esta importante responsabilidad”.
Pardo, quien perdió el pasado 25 de octubre las elecciones para la Alcaldía de la Capital, ya había integrado el gabinete de Santos como Ministro del Trabajo.
En su nueva designación, reemplazará al general (r) Óscar Naranjo, quien cuatro meses atrás había manifestado por escrito su deseo de abandonar el puesto.
Naranjo es el segundo jefe de cartera que se va, de los ministerios especiales creados por Santos para el posconflicto. La anterior renuncia fue la del abogado Néstor Humberto Martínez, quien ejerció por un tiempo breve el Ministerio de la Presidencia y con su partida dejó en el aire la pregunta de si ese cargo era necesario. Hoy en día lo ocupa María Lorena Gutiérrez Botero, quien antes fue la Secretaria General de la Casa de Nariño.
La posesión oficial de Pardo será dentro de una semana, de acuerdo con la Presidencia.
LAS VENTAJAS
Entre las ventajas de elegir a Pardo como el principal delegado presidencial para el posconflicto, está su experiencia en estas lides. De acuerdo con su perfil público, “en 1991 fue el primer ministro de Defensa civil que tuvo la nación, cuando el país enfrentaba el más sangriento ataque del narcoterrorismo. Consolidó un nuevo esquema de seguridad para los colombianos, profesionalizó las Fuerzas Armadas y conformó el Bloque de Búsqueda que abatió a capos de la mafia como Pablo Escobar”.
Su autobiografía señala además que en 1990 lideró un exitoso proceso de paz, “cuando las negociaciones con el M19, el EPL, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el movimiento Quintín Lame, terminaron con la entrega de armas de más de 5.000 combatientes”.
Jorge Giraldo Ramírez, doctor en Filosofía e integrante de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas que participó en La Habana, opina que Pardo tiene una ventaja que no poseía Naranjo: “genera poca resistencia y puede contar de entrada con un espacio favorable para adelantar los procesos de implementación de los acuerdos de La Habana”.
Fuentes policiales, que piden la reserva de su identidad, explicaron a este diario que dentro de esa Institución había sectores que no simpatizaban con el General (r) y que la designación de un expolicía como Ministro del Posconflicto generaba además cierto grado de inconformidad en las Fuerzas Militares. Esta situación no se presentaría con Pardo.
El docente y Doctor en Historia, Juan Camilo Escobar Villegas, expone que tanto Naranjo como Pardo son personas idóneas para ese trabajo, aunque este último tiene una ventaja por el hecho “de ser el líder del Partido Liberal, una fuerza política importante en el país, que le puede ayudar para llevar a cabo contactos y procesos con líderes regionales con mayor eficacia”.
LOS RIESGOS
Sin desconocer los méritos de Pardo y esperando conocer sus propuestas para la nueva misión asignada, Giraldo cree que es riesgoso incluir a estas alturas a una persona que ha estado apartada de las conversaciones con las Farc.
Mientras en Cuba se discutían aspectos tan importantes como la Jurisdicción Especial para la Paz, las condiciones para el fin del conflicto y el acuerdo sobre los desaparecidos, Pardo estaba concentrado en su candidatura a la Alcaldía de Bogotá.
“La idea de traer al día de hoy la misma idea mental de los procesos con el M19 y el EPL no parece tan óptima, porque las actuales negociaciones son muy distintas”, sugiere Giraldo.
Añade que también surgirían inconvenientes a corto plazo si detrás de la designación de Pardo hay un cálculo electoral de Santos. “De pronto este Gobierno está dando una puntada electoral, pensando en 2018, para asegurar un puente con el Partido Liberal, en el que Pardo pueda ser el sucesor”.
El carácter político de Pardo es también un riesgo para el historiador Escobar, pues en determinado momento “su espíritu de partido podría interferir las relaciones con otros partidos, que tienen que ser fluidas para la implementación de los acuerdos con las Farc. Aunque esto no es fácil asegurarlo”.
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