The Revenant es una auténtica joya. Basada en la experiéncia del personaje histórico Hugh Glass, un trampero de a principios del siglo XIX sobre el que Michael Punke escribió The Revenant: A Novel of Revenge, explica cómo Glass es abandonado por sus compañeros en un inhóspito lugar tras ser atacado por un oso grizzly, y la lucha por su supervivencia y venganza.
The Revenant (El renacido), está dirigida por el mexicano Alejandro González Iñárritu, que ya triunfó en los Oscars de 2015 con Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia), llevándose las dos estatuillas más preciadas: el premio al mejor director y a la mejor película.
Se filmó en las gélidas montañas canadienses de Calgary, bajo unas condiciones de trabajo durísimas para todo el equipo y un auténtico infierno para sus actores protagonistas, Leonardo DiCaprio y Tom Hardy. Si con su interpretación en The Revenant, DiCaprio no consique finalmente el Oscar, apaga y vámonos. Se metió tanto en el papel del protagonista, que aprendió nociones de las dos lenguas nativas americanas -el pawnee y el arikara-, comió hígado de bisonte en una escena, se sumergió en ríos congelados y aprendió a disparar un rifle. Aparte de lo anecdótico, la interpretación de DiCaprio es magistral y, según su propias palabras, “la película más difícil” de las que ha realizado.
Rodada a la vieja usanza, en orden cronológico, con luz natural y -al igual que Birdman- con largos planos secuencia, muestra imágenes muy duras pero también muy cargadas de poesía, en las que el frío es tan intenso que traspasa la pantalla. Para lograr esa fuerza, Iñárritu ha vuelto a contar con Emmanuel Lubezki -ganador del oscar a la mejor fotografía por Birdman y Gravity-.