“Las cosas te favorecerán si resistes un día más”, entonó alguna vez el grupo Wilson Phillips.
Las compañías mineras parecen haberlo tomado al pie de la letra al optar por mantener la producción mientras sus reservas de dinero lo permitan y postergar una esperada resolución del equilibrio entre oferta y demanda de materias primas secas, según una nueva nota de Goldman Sachs & Co.
Las características de los sectores minero y de metales –consideraciones legales combinadas con la capacidad de almacenar excedentes durante mucho tiempo- significan que la industria enfrenta una consolidación más larga que la del sector de energía.
“Muchas de las estructuras (de minería) ya no son activos sino una carga como consecuencia de las regulaciones medioambientales”, escriben analistas de Goldman que encabeza el jefe de Análisis de Materias Primas, Jeffrey Currie. “Eso sugiere que, a los efectos de postergar los costos ambientales de la rehabilitación de minas, los costos relacionados con despidos de personal y el incumplimiento de obligaciones comerciales, los propietarios seguirán operando hasta que se queden sin dinero y tengan que suspender las operaciones”.
La tendencia resulta especialmente evidente en las mineras de carbón de los Estados Unidos, según los analistas, y lo ilustran los fracasos de las recientes subastas de activos mineros.
“La semana (pasada) Alpha Natural Resources canceló una subasta de 35 minas de carbón a último momento debido a la falta de interés, lo que demuestra que algunos activos mineros con obligaciones pendientes y márgenes negativos pierden todo valor residual”, señala Goldman.
Las diferencias fundamentales entre los sectores de metales y energía han derivado en una menor volatilidad de los precios del oro, el aluminio y materias primas secas similares en comparación con productos del sector energético como gas natural, electricidad y crudo, dicen los analistas de Goldman.
“En teoría, una vez que un mercado de energía supera la capacidad de almacenamiento, los precios tienen que caer por debajo de los costos para equilibrar oferta y demanda de inmediato. En la práctica, sin embargo, el estrés operativo en energía es un concepto local, no global, dado que es más probable que la superación de la capacidad de almacenamiento se produzca en emplazamientos mediterráneos, pero se va reduciendo de forma gradual en el plano global”, escriben los analistas. “Los metales, en cambio, pueden ‘acumularse’ en lugares de bajo costo casi en cualquier parte del mundo con mucho mayor densidad –en términos de dólares por metro cuadrado- que la energía”.
Para ilustrarlo, Goldman calcula que US$1.000 millones en oro cabrían en el armario espacioso de un dormitorio, mientras que US$1.000 millones de petróleo necesitarían 17 contenedores muy grandes de crudo, cada uno con una capacidad de más de un cuarto de millón de toneladas.
En momentos en que se estima que a las mineras de carbón de los Estados Unidos les quedan reservas de dinero para 12 meses, el estrés económico tiene que profundizarse mucho antes de que el equilibrio entre oferta y demanda comience a resolverse.