la gente en la calle no le dicen mucho las medidas económicas anunciadas esta semana por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Carla igual se levantó muy temprano este domingo porque es su día de compra de productos regulados –según número de cédula–, la escasez sigue igual, los precios igual, la inflación igual.
Su sueldo de 20.000 bolívares mensuales apenas le alcanza para dar comida a sus cuatro hijos, lo demás –la vida en una vivienda muy pobre de Petare(capital del municipio Sucre del estado Miranda)– lo paga su esposo, quien trabaja como cocinero. (Lea también: Maduro sube precio de gasolina y devalúa aún más su moneda)
“Yo no escuché al Presidente, estaba en la calle, pero además de que sabemos que nos van a aumentar el pasaje del autobús (por el aumento de la gasolina), hasta ahora las colas siguen igual y los productos básicos no se consiguen”, dice en entrevista para EL TIEMPO.
Palabras más, palabras menos, el análisis de Carla y su cotidianidad es lo que vaticinan los economistas con mayor precisión.
Los anuncios del presidente Maduro, además de ser catalogados como insuficientes para la magnitud de la crisis del país, pegarán con fuerza a la economía de los ciudadanos.
“El impacto en el corto plazo es que crecerán las presiones inflacionarias”, explica la economista Anabella Abadi a este diario.
“Se subió el precio de la gasolina, se devaluó y se subió el salario mínimo; se habló de revolución fiscal y más gasto, pero nada se dijo del gasto público”, dice.
De hecho, el aumento del salario mínimo de 20 por ciento, que no cubre la devaluación del 37 por ciento del bolívar y mucho menos el acelerado aumento en el precio de los alimentos (el año pasado el precio de ese sector subió 315 por ciento, según el Banco Central), fue visto con cuidado incluso por gremios empresariales.
Estos estiman que el aumento dificulta aún más su mermada capacidad de trabajo, y los economistas evalúan los constantes aumentos de salario mínimo como un comportamiento clásico de Estados que se dirigen a una hiperinflación.
Entre los temas que más preocupan están los relacionados con los anuncios de que el presidente Maduro no se propuso ninguna forma real de producir más dólares ante la caída del precio del petróleo, en vista de que es esa moneda la que soporta las importaciones para el consumo venezolano. No hubo unificación cambiaría ni plan para atraer las inversiones extranjeras ni se explicó cómo se reactivaría la producción interna para paliar la escasez. (Lea también: Maduro pondrá el petróleo de Venezuela bajo control militar)
Hasta ahora pareciera que el Gobierno venezolano siguiera apostando a una recuperación de los precios del petróleo.
Contrario a las sugerencias de todo tenor sobre aflojar la política de control de precios, el mandatario de ese país, aunque reconoció que hasta ahora la red de distribución oficial de alimentos ha sido un desastre, aseguró que no la desmontará, sino que la corregirá y reforzará.
En cambio, el aumento de la gasolina supone un aumento para el Estado, pero en bolívares, los cuales destinará para el sistema de “misiones y micromisiones”, programas sociales que en los dos últimos años han disminuido considerablemente su alcance.
Al contrario de lo que muchos temían, el aumento de la gasolina cayó como medida lógica entre la población.
La primera reacción de los venezolanos fue volcarse a las estaciones de servicio para llenar sus tanques de gasolina, “por última vez casi regalada”, decía un señor bromeando.
“La verdad es que el precio al que la pusieron sigue siendo bajo; la lástima, que será una excusa de todo el mundo para subir los precios de las cosas”, agregó.
Pero con medidas o sin ellas, el nerviosismo parece apoderarse del consumidor venezolano, a quien tampoco se le dijo si las medidas acabarán –ni cómo ni cuándo– con las inefables filas para comprar que consumen su cotidianidad.
Horas después de la alocución del presidente venezolano fue saqueado un almacén de comida de la red de abastos estatales en el estado Bolívar y un depósito de azúcar refinada en el estado Mérida.
La gente espera que el alza de precios no tenga freno inmediato pues no hubo ajuste del control cambiario –flexibilización o unificación a una tasa realista– y tampoco promesa de respeto a las reglas del juego económico.
De nuevo, el presidente Maduro reaccionó ante la situación creando un “Estado Mayor” cívico-militar que revisará y ajustará la fijación de precios.
“Lamentablemente se siguen promoviendo las políticas de control, lo que no atrae la inversión extranjera”, precisó Abadi con el resultado ya conocido: “Eso suma más inflación”.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas.