El característico olor que en los últimos años inundó la carrera séptima, entre la avenida Jiménez y la calle 24, desapareció. Los controles de la Secretaría de Gobierno y la Policía Metropolitana evitan que este corredor vuelva a invadirse con ese tipo de ventas.
En dos recorridos efectuados por EL TIEMPO en ese tramo de la más importante vía del centro bogotano (viernes 19 de febrero y este martes) se comprobó que el panorama es muy distinto al que se encontraba el caminante hasta el pasado diciembre. (Lea también: Alcaldía busca experimentar con hora pico sin carro en Bogotá)
Entre la Jiménez y la calle 19 se encuentran algunos vendedores de libros, películas, gafas y otros cachivaches. Pero las pailas hirvientes con chunchulla, chorizo y demás comestibles no aparecen en ningún sector.
“A nosotros que no vendemos comida también nos tienen corriendo. Nos decomisan la mercancía que tengamos: cordones, plantillas, libros. Pero no nos dan soluciones. Uno aprovecha para vender cuando los policías se van a almorzar”, confiere Luz Mary Espinosa, que se ubica entre las calles 17 y 18, y vive del oficio desde los 6 años (cumplió 49).
Una carreta llena de chontaduro es empujada por una afrodescendiente en dirección a la plaza de Bolívar. Solo se detiene a venderle su producto a aquel que se lo pide. Pero se cuida muy bien de no estacionarse más de cinco minutos en el mismo sitio.
Las bancas que antes eran apropiadas como parte del mobiliario de las ventas, ahora son usadas como sentadero casual de caminantes. “Así como está ahora es mejor, todo se ve despejado y tranquilo. Siempre paso por aquí, de lunes a viernes”, expresa Paola Legarda, que sentada espera por una amiga.
Otro caminante, el concejal Juan Carlos Flórez, también pasa por allí. Saluda de afán a quienes lo reconocen. Sobre la vía peatonal ya no tiene que esquivar una y otra carreta a cada paso, o uno y otro negocio tendido por el suelo a cada metro, como era costumbre hasta hace pocos meses. (Además:‘Lo que buscamos es reconectar la reserva Van der Hammen’: Peñalosa)
“Para los que vendían es complicado que les hayan prohibido, porque era su sustento. Aunque la verdad es que muchos vendían a los mismos precios que uno paga en tiendas y negocios formales, y ellos no le pagaban impuestos a la ciudad. Obstaculizaban la calle y uno tenía que buscar camino por dónde andar. Creo que esto ha sido bueno para el peatón”, opina Álex Dávila, estudiante de la Universidad Central.
Víctor Ruiz vive en la carrera sexta y opina diferente: “Me parece que lo que ha hecho la Alcaldía les conviene es a los almacenes y negocios formales. El ambiente no ha cambiado para mí. Puede que ya no huela a comida, pero eso no importa”.
“Las ventas han ido mejor desde que prohibieron los ambulantes. Lo paradójico es que se queda menos gente a mirar, porque ellos atraían harto a los que pasaban”, ilustra Angélica Santamaría, administradora de un local de variedades.
Arte
El sector comprendido entre las calles 19 y 24 es otro que quedó en exclusivo uso para peatones, ciclistas y artistas. Si bien estos eran los habituales ocupantes de la zona, los vendedores de carnes fritas, perros calientes y hamburguesas también se habían apropiado de este corredor.
“Este es nuestro corredor cultural, solo estamos autorizados a ocuparlo los artistas”, dice Gélver Ney, especialista en pintar paisajes con aerosol y fuego. Unas 40 personas lo rodean todo el tiempo, pendientes de cómo crea obras en 15 minutos. (Vea aquí: ¿Hay algo más detrás de las protestas y bloqueos en TransMilenio?)
“Está bien que hayan despejado la séptima y solo dejen a los artistas y a los jugadores de ajedrez. Así la gente se moviliza con más amplitud. Se siente más seguridad en la calle”, destaca Luis Usme, que sube desde la plaza España hasta allí, cada tarde después de las 4, para jugarse unas cuantas partidas de ajedrez. Esta opción recreativa también es permitida, por lo cual hay varias mesas dispuestas para los interesados.
“Es bueno que dejen estar acá. Pero deben traer más tableros para tanta gente que quiere jugar y le toca hacer fila. En ciudades de Estados Unidos y Europa instalan más mesas”, apunta un mexicano, que prefiere omitir su nombre.
“Estoy en contra de esas medidas contra los vendedores ambulantes. En la carrera séptima hay suficiente espacio para todos”, contrastó Daniel Rojas, quien trabaja como anunciador de un almacén, diagonal al teatro Jorge Eliécer Gaitán.
Entre tanto, el secretario de Gobierno, Miguel Uribe Turbay, ha enfatizado en que los operativos de control seguirán y no se permitirá la venta de comestibles ambulantes en la séptima.
EL TIEMPO