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‘Europa no fue construida sobre la idea de la inmigración’
March 8, 2016 Internacional

París. Europa está en una gran encrucijada. La llegada masiva de millones de inmigrantes a su territorio ha golpeado los cimientos de la unión porque la pone en la disyuntiva de hacer frente a esa crisis con todos sus recursos o, de lo contrario, traicionar muchos de los principios humanitarios sobre los que se levantó.

Precisamente ayer, los 28 mandatarios de la UE debatían en Bruselas, junto al primer ministro turco Ahmet Davutoglu, los distintos caminos para asumir un problema del que no se ven soluciones prontas hasta tanto la guerra en Siria y las crisis en Oriente próximo, África y Asia amainen y dejen de provocar la salida masiva de sus nacionales (véase recuadro).

La mayor dificultad es que el fenómeno se produce en medio de una feroz crisis económica, con varios partidos de derecha y de extrema derecha subiendo en los sondeos y con la constatación de una realidad que los arquitectos de la Unión Europea no contemplaron: “La identidad europea no incluye la cuestión migratoria. Fue construida a partir de la idea de la paz, del comercio y del desarrollo económico, pero no de la inmigración”, explicó a EL TIEMPO y a un grupo de periodistas colombianos invitados por la Cancillería de Francia, Catherine Whitol de Wenden, directora de Investigaciones en el Centre d’Etudes et de Recherches Internationales (Ceri), de París.

¿Europa tiene miedo de que se cambie su naturaleza cristiana y blanca con la inmigración?

Es un debate animado por la derecha conservadora y la extrema derecha, pero en realidad Europa es la mayor región de inmigración del mundo en flujo. Sin embargo, los europeos no aceptan esta realidad. Les resulta difícil imaginarse como una población que se va construyendo a partir de la inmigración, a diferencia de Estados Unidos, Canadá o Latinoamérica.

Hay un bloqueo porque la identidad europea no incluye la cuestión migratoria. Fue construida a partir de la idea de la paz, del comercio y del desarrollo económico, pero no de la inmigración.

¿Por qué los países de Europa del Este son tan reacios y solo permiten el ‘tránsito’?

En realidad es porque no tienen esa tradición migratoria reciente, entonces se alegran de tener su autonomía y su independencia nacional y viven bajo el mito del país completamente homogéneo en el aspecto étnico-social. Son pequeños países, la mayoría rondan los 10 millones de habitantes. No hubo en ellos política de lucha contra las discriminaciones tan importantes como en Europa del Oeste. La situación económica no es para tirar cohetes y no se dieron los debates que hubo en el Oeste sobre la diversidad, la convivencia. Hay una fractura este-oeste.

Alemania, a pesar de las críticas y de algunos frenos, ha estado abierta a recibirlos.

Por una parte, siempre ha tenido esta tradición de asilo después de la Segunda Guerra y siempre ha tenido una política muy generosa del asilo hasta el 2000, más o menos. Por otra parte, tiene un déficit de población y de vez en cuando en algunos sectores carece de mano de obra. Cada país europeo debe aceptar una parte importante de los solicitantes de asilo.

¿Hay manera de prevenir las olas migratorias antes de que estas ocurran?

Ha habido intentos, pero no funcionan bien. Durante un tiempo, los intentos residían, en una parte, en crear instrumentos europeos para controlar fronteras, el sistema de visado para los que no eran europeos, existe Frontex, que es un sistema de puesta en común de los sistemas policiales europeos en las fronteras exteriores, y también acuerdos bilaterales con países no europeos para que controlen ellos mismos sus fronteras hacia Europa a cambio de ayuda al desarrollo o visado para los que tienen la calificación, una cifra importante de acogida de estudiantes, por ejemplo.

Estos acuerdos funcionaban según la hipótesis de la estabilidad política de los países. Pero como estos países o algunos tuvieron la revolución del 2011 (Primavera Árabe) es difícil hoy entablar un diálogo constructivo con Libia, incluso Túnez, y Siria por definición.

Con tanta presión sobre las fronteras, ¿podría desaparecer Schengen?

No creo, porque la libre circulación interior, que es un aspecto fundamental de Schengen, es un vector de intercambio y de crecimiento económico y los países no están dispuestos a abandonar la libre circulación interior. Tenemos una migración fronteriza, mucha, que vive en un país y trabaja en otro, por ejemplo en Francia-Alemania, Bélgica-Luxemburgo. Y, por otra parte, el turismo es sumamente importante. Si obstaculizamos el paso de las fronteras vamos a perjudicar el turismo.

Turquía no ha tenido éxito en su intento de ingresar a la UE, pero ahora la UE le pide que sea clave en la contención de los inmigrantes. ¿No es esto una política desequilibrada hacia Ankara?

Europa ha intentado negociar con Turquía a cambio de 3.000 millones de euros para que conserve en sus suelos los Hotspots a los que llegaban los sirios (ayer pidió otros 3 mil millones), pero Turquía ya ha acogido 2,7 millones de sirios. Es mucho. Entonces, Turquía está intentando empujar la supresión de visados para los turcos, por ejemplo, ya que ese país ha entrado en un balance migratorio negativo: hay más turcos que regresan de Europa que turcos que van hacia Europa, entonces no constituyen riesgo migratorio.

¿Hay alguna proyección sobre cuándo podrían parar las migraciones desde Siria?

Depende realmente de la evolución del conflicto.

¿Hay alguna evidencia de que los grupos migratorios tengan relación con los movimientos yihadistas?

No, para nada. Al contrario de lo que se ha dicho, porque hemos encontrado solamente una tarjeta de residente sirio en el atentado del estadio en Francia. Es un elemento casi sin importancia, es de lamentar, obviamente, lo que pasó, pero no tiene una gran relevancia porque en Francia, y en Alemania, las bandas que agredieron a las mujeres en Colonia no eran refugiados, eran personas ya residentes de Stuttgart o de otros lugares.

La canciller Ángela Merkel estaba muy presionada porque se pensaba que muchos de los atacantes en Colonia eran inmigrantes.

Migrantes, pero no refugiados. Ese es el matiz.

¿Cuál es la diferencia?

No son personas que llegaron recientemente, son personas que llegaron años antes para trabajar.

En un momento en el que se estanca la economía en Europa, ¿qué tanto puede resistir estos flujos migratorios?

Con el impacto es difícil de medir, pero lo que se sabe es que Europa necesita esta inmigración por razones económicas y demográficas, porque si no, baja mucho la demografía. Y los migrantes muy a menudo van a sectores en los que no hay mucha demanda de los nacionales para estos oficios.

Se pensó que el invierno iba a hacer disminuir el número de inmigrantes.

No, porque es más barato. Ahora en las islas griegas hay el mismo número de llegadas que en verano porque la gente paga menos por el transporte. Claro que los riesgos de morirse en el mar son más grandes, pero el viaje es menos costoso.

Y hasta que dure la crisis siria pues va a haber nuevos flujos. Pero no son personas pobres, son más bien clases medias que tienen dinero como para pagar a estos traficantes, y quieren un estatuto de refugiado.

Pero el mayor problema que encontramos en Europa es que todo esto se desarrolla en un contexto en el que la opinión pública es hostil a estos proyectos de instalación, porque los que llamábamos los boat people en Vietnam, o los refugiados chilenos (por la dictadura de Pinochet) los acogimos bien en aquel entonces, pero la época ha cambiado.

¿También tiene que ver con el ascenso de algunos gobiernos de derecha?

También. En la mayoría de los países europeos sí es el caso. Los gobiernos temen estos movimientos de opinión y son un poco reacios y no saben qué hacer con esta subida. Hay muchas dudas, vacilan, no saben qué decisión tomar.

¿Es imposible tener una política comunitaria en cuanto a los refugiados?

Sí se podría. Pero no lo estamos haciendo. De hecho, los países europeos tienen una realidad diferente. Hay una crisis de la solidaridad. Los países más afectados son pobres o conocen la crisis como Grecia y ellos reciben el mayor número de solicitantes de asilo. Pero muchos no quieren quedarse allí porque no hay trabajo.

¿Ustedes, de alguna manera, pueden sacar lecciones de lo que debe y no debe hacer Europa con relación a estas migraciones a partir de experiencias de EE. UU. con América Latina?

Lamentablemente, no somos capaces de hacerlo porque cada cual piensa en que su situación es específica. Además, el contexto varía porque también está la cuestión del islam; entran otras variables.

EL TIEMPO

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