Domingo, 20 de Abril del 2025
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60 años de tertulia y de promoción de las artes plásticas

Publicado el 11/03/16

Tertuliando y tratando de pasar inadvertido a los ojos de los cuerpos de seguridad del Estado. Así se la pasaba un grupo de vallecaucanos en aquella casa alquilada del barrio San Antonio, de techo elevado con teja de barro y ventanales con marcos y puertas de madera.

Era 1956 y Cali anhelaba tener espacios de discusiones en la época en que a la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla poco le gustaban las reuniones de aquellos que no estaban de acuerdo con el Gobierno, y que necesitaban hablar sin reservas de temas políticos, culturales y literarios.

El 9 de marzo de ese año, el periodista Alfonso Bonilla Aragón, quien difundía un movimiento de libre pensamiento, alquiló la casa de San Antonio, que tomó por nombre La Tertulia.

Allí, en la antigua edificación de la carrera quinta con calle cuarta, en la zona del occidente caleño que hoy es parte del Cali Viejo de grandes casonas que conservan la memoria de la ciudad, se reunían Maritza Uribe de Urdinola, Clara Inés Suárez, Gloria Delgado y decenas de otros ciudadanos que tenían contacto con distinguidos artistas y grandes escritores latinoamericanos, como Pablo Neruda.

Estos gestores no se detuvieron en su iniciativa por expandirse. Buscaron un espacio más amplio que pudiera consolidarse, 60 años después, en el renombrado Museo de Arte Moderno La Tertulia.

El mismo curador de arte Miguel González fue uno de los testigos de sus inicios, cuando era niño y amigo de pupitre del escritor irreverente Andrés Caicedo, quien iba a esa tertulia a presentar libros. González, partícipe de tal evolución por más de 30 años, reconoce que la señora Uribe de Urdinola fue una de las principales almas que hicieron posible que se erigiera el museo, a finales de la década del 50.

Se levantó en lo que era el charco del Burro, una formación de agua a pocos metros del río Cali, que fue secada para este fin, desviando el cauce tutelar al frente de la casa de Antonio Obeso de Mendiola.

Luego de conseguir el lote, se empezó la construcción del ícono de postales: el Museo La Tertulia se levantó en 1968, con el edificio fundacional, cuya arquitectura de inconfundibles columnas se inspiró en el complejo Esposizione Universale Roma (EUR), donde está el Museo de la Civilización Romana, en Italia.

“Fue el primer edificio que se construyó en Colombia para un museo de arte moderno”, recuerda el curador González, quien destaca las bienales de artes gráficas que La Tertulia ha liderado en el país.

El experto señala que el museo ha adquirido en estas décadas 1.500 obras de arte del continente americano, entre las que se destacan las de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco. Algunas fueron adquiridas y donadas durante la realización de las Bienales Americanas de Artes Gráficas en 1971, 1973, 1976, 1982 y 1987, eventos que tuvieron resonancia en el ámbito internacional.

En la historia de Cali

La directora del museo, Ana Lucía Llano, cuenta que anualmente llegan 150.000 visitantes: “El museo se ha convertido en parte de la historia y desarrollo de Cali”. Agrega que el espacio busca además contribuir con una construcción de ciudad, a través de la mirada de artistas que marcaron la historia del arte, como el pintor y grabador Rembrandt, el gran maestro barroco.

Con motivo de los 60 años se exhiben 69 grabados de Rembrandt, que exploran escenas de la vida cotidiana, caracteres típicos y ejercicios académicos. Los visitantes podrán verlos hasta el próximo 13 de marzo, “como las distintas conexiones y puntos intermedios entre ellos, y, en los cruces, entender cómo, en las imágenes religiosas, Rembrandt exhibe sus propias obsesiones y pasiones, a la vez que en las obras de género nos deja ver sus estrategias de puesta en escena y de concepción de los personajes”, dice Llano.

“Rembrandt nos ayuda a entender la manera en la que hoy día nos comunicamos, difundimos las ideas y percibimos la realidad circundante. Él transmite la angustia del ser humano enfrentado a sus miedos, a la sociedad donde vive, a las consecuencias de sus actos. Rembrandt privatiza las emociones, al mismo tiempo que las generaliza y es capaz de transmitir, a partir de ejecuciones simples o aparentemente simples del grabado, el concepto de libertad individual del siglo XXI. En definitiva, nos enseña la consciencia de uno mismo. Dada la enorme capacidad de Rembrandt para experimentar una y otra vez sobre sus propias obras, son admirables la unidad y la armonía que muestra esta colección”, explica la curadora de esta exposición, la doctora Rosa Perales Piqueres, de la Universidad de Extremadura, en España.

La directora Llano añade que en esta celebración de los 60 años, el Museo también muestra desarrollo con exhibiciones en la adquirida Casa Obeso. Allí, en la sala Maritza Uribe de Urdinola, los brasileños Katia Maciel y André Parente presentan la obra Noche es día. “Ambos artistas son pareja, aunque cada uno tiene apartamento propio. Hacen obra juntos, aunque también cada uno lo hace por su lado”, dice. La obra se presentará hasta el 3 de abril de este año.

‘Sueño modernizarlo’

La directora también apunta que la historia del museo se ve reflejada en las transformaciones del auditorio-cinemateca, el cual se abrió al público en 1975 y que recientemente, con un apoyo del Ministerio de Cultura por 168 millones de pesos, pudo adquirir un proyector de última tecnología.

Es parte de esa modernización a la que aspira la directora del museo. Su sueño, dice, “no es poner más ladrillos”, sino trabajar en el contenido del museo, en su modernización, con un proyecto presentado al Ministerio que cuesta alrededor de 1.200 millones de pesos para darle, ojalá en este año, nuevos aires al auditorio-cinemateca.

“Sueño con modernizar el Museo La Tertulia para que Cali siga siendo parte vital de la cultura, y el museo, una parte primordial de la construcción de ciudad. Además, la gente viene al teatrino al aire libre con capacidad para 1.200 personas. Pero también viene a enamorarse; es un lugar de encuentro con el ambiente, con el entorno”.

No ha sido fácil, pues la entidad ha sorteado muchas dificultades para sostenerse. Llano dice que los ingresos no solo provienen de la taquilla. Tienen que gestionarse, especialmente con la empresa privada y la Nación. La Tertulia requiere alrededor de 2.000 millones de pesos al año para los gastos básicos de mantenerlo adecuado para ese público ávido en conocer más sobre la cultura.

Ese era el deseo de los vallecaucanos que solían reunirse en un comienzo, de manera inadvertida, en su tertuliadero de alto tejado y puertas de madera, y que le dieron paso a un complejo moderno que le rinde tributo a la creación, a un costado del río Cali.

Un museo con taller escuela

El museo, en su momento contemporáneo, levantó la sala subterránea con la primera Bienal de Artes Gráficas y el auditorio- cinemateca. La sala subterránea se diseñó de tal forma que en el complejo arquitectónico se pudiera conservar un jardín. La directora del museo, Ana Lucía Llano, explica que estos dos espacios se edifican a partir de la prolongación de las graderías del teatro al aire libre, mediante unas robustas vigas que se convierten en el techo del auditorio- cinemateca. Además, se aprovecha la cavidad del terreno en declive. “De esta manera, los edificios comparten elementos comunes para obtener finalmente un magnífico resultado arquitectónico en cuya fachada curva se ensambla la escultura ‘Escalera’, del maestro Édgar Negret”, comenta la directora.

Ella también recordó al arquitecto Benjamín Barney, quien en la historia del museo se encargó del diseño de un edificio no exhibitivo primordialmente, sino dirigido a facilitar labores como enseñanza, producción y comercialización de las artes gráficas: el taller escuela.

El museo también cuenta con el taller infantil, que se acondicionó y se inauguró en 1983, con la dirección de Ana Ruth Velasco. “El taller estableció un programa versátil de educación no formal, que cobijaba las artes escénicas y plásticas en general. En este espacio continúa el trabajo de sensibilización de los niños hacia las artes, primordialmente, aunque se dictan cursos para jóvenes y adultos en diversas técnicas artísticas”, dice Llano.
En el año 2000 se inauguraron tres gigantescas salas de exhibiciones, principalmente para esculturas. Está en una edificación de cuatro pisos que además tiene bodegas, oficinas, una terraza, un local comercial y un parqueadero subterráneo.

EL TIEMPO

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