Ante lo que parecía uno de los temblores más largos, el martes a las 9 de la noche, residentes del edificio El Villorio, ubicado en la calle 66 con carrera 11, entraron en pánico al ver que después de diez minutos su televisor y su cama no paraban de moverse.
El portero Hernando Pico se asombró al ver a más de 13 personas asustadas por un sismo que ni él ni los vecinos de la planta baja habían sentido.
Al suponer que todo ya había pasado, regresaron a sus apartamentos, pero las vibraciones continuaron y no pararon sino hasta las 12 de la noche, según afirman.
Ante esta situación, los inquilinos llamaron al Cuerpo de Bomberos, quienes al percatarse del constante movimiento, decidieron evacuar el lugar porque aún no habían identificado las causas.
Esa misma noche, ingenieros del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (Idiger) descartaron afectaciones estructurales que pudieran comprometer la estabilidad del inmueble y la vida de sus ocupantes, por lo que los residentes volvieron a sus apartamentos.
Aunque se realizó la debida inspección, el Idiger no precisó la razón del extraño acontecimiento. “Para poder determinar por qué se produjo el movimiento en este sector se debe hacer un estudio de interacción suelo-estructura”, señaló la entidad.
Como las entidades del Distrito no les ofrecieron una respuesta concreta, los vecinos comenzaron a preguntarse si no se trataba entonces de una falla geológica que provocara los temblores. No se trata de eso.
El miércoles al medio día se reunieron los afectados y, en medio de la conversación, concluyeron que los saltos del público y el alto volumen durante las presentaciones y conciertos que se hacen en los teatros de la zona producen la vibración que ellos confunden con temblores.
Y justamente, en la noche del martes se presentó el cantautor francés Manu Chao en el Royal Center. ¿Explica esto la extraña situación?
“Cada vez que hacen un concierto de rock o de esa música fuerte en el Royal Center o en el Astor Plaza pasa lo mismo, todo vibra, aunque esta vez sí fue más fuerte” mencionó Consuelo Montoya, propietaria de uno de los apartamentos de El Velero.
Así mismo, Lina Carranza, del edificio El Villorio, manifestó: “Como soy nueva aquí, uno de mis vecinos me dijo que esas vibraciones eran recurrentes, que me tranquilizara porque cada vez que algún teatro hacía una presentación, las ventanas y todo en el edificio se movía”.
Al respecto, el Royal Center mencionó que sí reservaron el lugar para la presentación de Manu Chao bajo las mismas condiciones que han manejado para otros conciertos y que hasta el momento no han recibido ninguna queja de los ciudadanos.
“Nos parece muy raro que solo hasta ahora salgan a relucir estas acusaciones, porque hemos realizado conciertos mucho más grandes en los que hemos tenido 5.000 asistentes, mientras que en el concierto del martes solo tuvimos 2.000”, declaró la firma.
Al respecto Francisco Correales, ingeniero de la Universidad de los Andes que evaluó las causas del desplome del edificio Space en Medellín, mencionó que “este tipo de vibraciones son normales y se pueden deber a diferentes factores externos: por el paso de vehículos muy pesados, por conciertos donde la vibración es muy fuerte o por los cimientos donde los suelos son muy blandos, como es el caso de Bogotá”.
La Secretaría de Ambiente, por su parte, mencionó que si el ruido fuera el responsable por esas vibraciones, “la fuente, en este caso el Royal Center, tuvo que producir una carga importante para hacer mover varios edificios, lo que parece muy poco probable”.
Y pese a que en la ciudad sí hay un límite de decibeles de ruido para establecimientos públicos, no existe uno que asocie el fuerte sonido con oscilaciones en estructuras.
El Idiger señaló que para establecer la fuente de los temblores, bien sea ruido, un problema de suelo o una falla estructural, deben hacerse estudios que permitan esclarecer la fuente.
Hasta el momento, los residentes no han sufrido daños en sus viviendas, pero exigen mayor control a este tipo de establecimientos en zonas residenciales porque, más que el ruido, les molestan las vibraciones.