Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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SOLDADO COLOMBIANO PERDIDO EN LA SELVA

Publicado el 29/03/16

Como hermanos, sin conocerse, se abrazaron y lloraron. Minutos antes habían estado apuntándose con sus fusiles. Uno de ellos, al borde de perder su última fuerza, pero nunca la esperanza. El otro, cumpliendo la misión de encontrar al hombre que ahora le apuntaba y llevarlo a salvo a los brazos de su humilde familia boyacense, donde una madre oraba desde hace 23 días para que apareciera vivo su hijo.

La vida de estos dos hombres del Ejército de Colombia se unió en la espesura de la selva del Meta. Fue la operación de rescate del soldado profesional Yeffer Orlando Sánchez Fonseca, quien sobrevivió 23 días perdido en la manigua.

—Soy el soldado profesional Sánchez Fonseca Yeffer Orlando –su interlocutor lo miraba asombrado. Estaba barbado, sucio y se veía a punto de desfallecer.

—Tranquilo, hermano. Soy de la Brigada Móvil número 4 y llevamos 22 días buscándolo sin parar. Soy el soldado profesional Carlos Enrique Tunubalá.

El soldado Sánchez cuenta que solo pensaba en comida mientras caminaba por la espesa selva hacia una improvisada base militar de la Brigada Móvil, sede de operaciones en una vereda entre El Charcón y La Esperanza, municipio de Puerto Rico (Meta). Por radioteléfono, Tunubalá ya había reportado a sus superiores el resultado positivo y desde el Comando Específico del Oriente, con sede en San José del Guaviare, empezó la operación en helicóptero para sacar a Fonseca de la manigua.

El viaje a San José en helicóptero lo hizo con el soldado Tunubalá, que se ganó un permiso por haberlo encontrado.
Un “caldito con carne y papa”–que, dijo, le supo a cielo– fue el recibimiento del soldado. Llevaba 23 días comiendo pepas, de las mismas que comen los micos, y los cogollos de las palmas.

Perdido en zona roja

Sánchez se perdió durante un patrullaje en una zona donde históricamente han sido fuertes las Farc. “No sé qué me pasó. Me desorienté y me quedé del grupo”, les contó a sus compañeros. También recordó que pasó “noches pavorosas” en medio de la total oscuridad, aferrado a su fusil y poniendo en práctica lo que le enseñaron en los entrenamientos de supervivencia.

El uniformado relató a sus superiores que para pasar el tiempo se dedicaba horas enteras a caminar buscando la ruta que lo sacara de la selva. En esas largas jornadas cantaba sus propias canciones de rap, su música predilecta y por la cual era conocido entre sus compañeros. En sus cuentas habían pasado 17 días perdido, pero en realidad eran 23.

Con la mente fija en que tenía que regresar con su mamá, doña Ana Fael, y sus siete hermanos, el soldado nacido en Belén (Boyacá) aplicó las lecciones para sobrevivir en el monte. Bebía las gotas que encontraba en las palmas de plátano o en los bejucos, pero la sequía es tan fuerte que, asegura, pasó días sin una gota de agua.

Una tortuga, cuya carne comió cruda, estuvo en el menú. Pero el plato del día eran casi siempre los frutos que encontraba en el piso y algunas palmas.

“Caminé, caminé mucho. Y en esas caminatas me reencontré con Dios. Tenía la firme convicción de que me estaban buscando, pero oré mucho; le pedí a Dios que me ayudara, que no me dejara desfallecer y que mis compañeros me encontraran pronto”, cuenta el soldado Sánchez.

El uniformado permanece en una sede militar del Guaviare donde fue sometido a exámenes médicos y psicológicos que arrojaron que presenta un cuadro de deshidratación. Se espera que este martes se pueda reunir con su madre y hermanos, quienes fueron trasladados a la zona desde el departamento de Boyacá.

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