Todavía en la mente de los amantes del baloncesto está el 3 de noviembre de 1996, cuando en un partido de Lakers de Los Ángeles frente a Minnesota, con tan solo 18 años de edad, y sin un paso previo por alguna universidad, conducto por el que pasan los diferentes basquetbolistas que llegan a la NBA, ingresaba al campo Kobe Bryant, quien hoy, en el juego contra Jazz de Utah y 20 años después, pone fin a su carrera con un impresionante legado.
Revolucionó el mundo de este deporte con su convicción de siempre ganar todo lo que jugaba.
“He decidido omitir la universidad y llevar mis talentos a la NBA”, dijo un adolescente Bryant al determinar ir directo desde la preparatoria al draft del baloncesto profesional de Estados Unidos en 1996, algo que parecía ilógico en esos momentos, pero que él, gracias a Joe Bryant, su padre, pudo lograr fácilmente por su despliegue físico, su liderazgo en el campo y su enorme sensibilidad a la hora de hacer pases a sus compañeros y lanzar al aro.
Lo que nadie imaginó fue que Kobe sería capaz de inscribir su nombre al lado de grandes estrellas de la NBA como Magic Johnson y Michael Jordan. Se va entre una sinfonía atronadora de aplausos con cinco títulos de la NBA jugando para Lakers y con un listón muy alto en una carrera que estuvo marcada por la disciplina, la magia y las lesiones, que poco a poco lo fueron mermando en su rendimiento, pero en la que fue el héroe de una generación.
“Me llevo, después de 20 años de carrera como profesional, el espíritu que representan esas manifestaciones físicas. Por tanto, vivirán siempre conmigo la comprensión de la perseverancia, de cómo tratar con el fracaso, cómo manejar los éxitos, la comprensión de cómo comunicarme con los demás, la comprensión de cómo entender a los demás, la empatía, la compasión y cosas por el estilo. Esas son las cosas que voy a llevar conmigo para siempre”, reveló Bryant en una conferencia en la que estuvo presente EL TIEMPO, medio que también habló con Horace Grant y A.C. Green, excompañeros suyos.
Todo, entre familia
Kobe Bean Bryant nació el 23 de agosto de 1978 en Filadelfia (Pensilvania) y es el menor de los tres hijos –y único varón– del matrimonio de Joe Bryant y Pamela Cox. Su padre, que jugaba entonces para los Filadelfia 76ers de la NBA, afirmó que lo había bautizado con el nombre de una carne que vio en el menú de un restaurant japonés.
Joe jugó desde 1984 hasta 1991 en Italia, en cuatro equipos: Rieti, Viola Reggio Calabria, Maltinti Pistoia y Pallacanestro Reggiana, dando al joven Kobe una visión global del mundo y un multiculturalismo que le permite hablar fluidamente inglés, italiano y español.
Kobe ha afirmado en repetidas ocasiones que si no hubiera nacido para jugar al baloncesto, se habría decantado por ser futbolista. Es un hincha declarado del AC Milán y Barcelona de España, equipos con los que ha posado con sus camisetas.
A los 13 años, sus padres regresaron a vivir en Filadelfia, donde Kobe se convirtió en una ‘miniestrella’ escolar. Cuatro años más tarde, saltó directamente de la preparatoria a las filas de la NBA, y se convirtió así en el sexto jugador en hacerlo.
Seleccionado en el puesto 13 de la formación de talentos de 1996 por Charlotte Hornets, fue cambiado dos meses después a los Lakers, que cedieron a su centro estrella Vlade Divac. Cuando la era de Michael Jordan terminó en Chicago, el entrenador que llevó a los Bulls a seis títulos, Phil Jackson, se unió a los Lakers, y poco después llegó Shaquille O’Neal, para formar con Kobe uno de los quintetos más poderosos y ganadores en la historia de la NBA.
Momentos cumbres
Luego de llegar a una plantilla que trabajaba en torno a Shaquille O’Neal, su máxima estrella por esa época, Bryant comenzó a brillar de a poco y a ser ese otro punto de partida en la elaboración de un juego ofensivo. Sin embargo, al inicio no se daban los títulos como equipo, pero sí las actuaciones destacadas individuales.
Bryant y O’Neal se combinaron para guiar a Lakers de Los Ángeles a tres títulos consecutivos de la NBA. Ganaron en el 2000 su primer título desde 1988 al derrotar a Indiana Pacers en la final de campeonato. Al año siguiente vencieron a Filadelfia 76ers y en el 2002 barrieron a los entonces Nets de Nueva Jersey. El escolta nacido en Filadelfia se convirtió, a los 23 años, en el jugador más joven en la historia de la NBA en ganar tres coronas.
Tras la ida de O’Neal, en parte por encontronazos con el egocéntrico carácter de Bryant, Lakers se quedó en el limbo hasta la llegada del español Pau Gasol, en la campaña 2007-2008. Con el jugador catalán, Kobe tuvo una rápida conexión y ganó sus otros dos anillos (2009 y 2010), y rebasó a Jerry West para convertirse en el líder anotador de todos los tiempos de Lakers.
Amigos lo recuerdan
Horace Grant, ganador de cuatro títulos de la NBA y compañero de Kobe en el 2001, charló telefónicamente con EL TIEMPO y relató momentos específicos de lo que fue su relación con el jugador de Lakers. Lo catalogó como uno de los líderes más grandes en el maderamen con quien él jugó.
“Kobe fue uno de los más grandes líderes con los que jugué. Tenía un gran entusiasmo, pasión y amor por el juego. Era uno de los habladores y animadores más grandes; hablaba tanto antes de los partidos que nos motivaba aún más para salir y jugar bien”, comentó Grant.
Para el exjugador de Bulls, Lakers y Magic, Kobe tenía un plus respecto a todos los jugadores, y era mantener la unión dentro de toda la plantilla de jugadores. “Con todo el respeto a los demás jugadores de la NBA, como LeBron James, Dwayne Wade y Chris Paul, a él lo caracterizaba o se destacaba por su pasión por el baloncesto, su amor por el juego y cómo mantenía a sus compañeros muy unidos”.
Finalmente, Horace Grant declaró que el legado de Bryant es sumamente importante por la forma como afrontó su vida profesional con el baloncesto y sobre todo por esa imagen de superación y lealtad que le deja a toda la juventud que creció viéndolo y que les contará a las nuevas generaciones sobre él.
“Kobe es uno de los cinco mejores jugadores de baloncesto de la historia. Su pasión y amor por el juego fueron destacables. Fue un gran embajador de la NBA. Su legado también se refleja en cómo inspiró a los jóvenes y niños de todo el mundo y en especial a los fans de Lakers”, concluyó.
Por su parte, A.C. Green, también en charla con este medio, afirmó que “Kobe fue el más grande luchador, era el que trabajaba más fuerte. Además es un gran ejemplo y la imagen de lo que es ser un ganador; hacía todo lo que estuviera a su alcance para intentar ganar”. También agregó que “era una persona divertida y siempre se tuvo mucha confianza”.
Números de escándalo
Su paso por la NBA dejó estadísticas imposibles de conseguir para jugadores que no pertenezcan a su galaxia. Acumuló 24 juegos con al menos 50 puntos, tercero en la lista histórica detrás de Wilt Chamberlain (118) y Michael Jordan (31). Además, esta temporada se convirtió en el primer jugador de 37 años o más en anotar al menos 25 puntos en tres juegos seguidos desde que Michael Jordan lo hiciera en el 2003, a los 40 años.
“Si siento que lo que he hecho en estos 20 años ha impactado a los jugadores de una manera positiva para que también dejen su marca, creo que eso es mucho más importante que mi posición en la historia”, comentó un maduro Bryant.
Además, estuvo en 18 selecciones consecutivas al Juego de las Estrellas y actuó 48.527 minutos hasta el 7 de abril de 2016, sexto en la historia de la NBA. Su vida fue cayendo en un mar de lesiones, que fueron apagándolo en su forma física.
“Estoy listo para dejarte ir, quiero que lo sepas ahora. Así que ambos podemos saborear cada momento que nos queda juntos; lo bueno y lo malo. Mi corazón puede aguantar los golpes. Mi mente puede manejar la rutina, pero mi cuerpo sabe que es hora de decir adiós”, fueron las sentidas palabras de la máxima estrella de Lakers de Los Ángeles cuando anunció su retiro.
Hoy dice adiós un gigante, un monumento, la historia viva del baloncesto. Él solo sonríe y sabe que ahora su misión es “trabajar con los niños infundiendo valores” y dando una mano a sus amados Lakers.