Después de décadas de vivir en Venezuela, Paul Vélez, quien nació en Cali, decidió migrar a Manta con su esposa y sus tres hijos huyendo de la violencia, la escasez y los altos niveles de inseguridad.
Lo que nunca se imaginó era que, un año y medio después de llegar a esa ciudad ecuatoriana, un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter lo iba a obligar a volver a empezar de cero y separaría a su familia temporalmente.
Paul es diseñador gráfico y tiene en sus manos el casco de su moto. Mientras busca información del próximo vuelo de la Fuerza Aérea Colombiana que repatriará a más colombianos afectados en Manta, dice que su esposa venezolana y su hijo de nueve años se devolvieron el miércoles a Caracas en un avión de ese país con 20 dólares en el bolsillo, lo último que tenían. Él y sus otros dos hijos van para Cali. (Lea también:
Paul cuenta que en el momento del terremoto estaba en un centro médico con su hijo. Allí pidió un turno y recibió el número 44. “Solo pasaron 10 minutos, cuando mi hijo me dice: ‘Papá está temblando’ ”, cuenta el caleño en diálogo con EL TIEMPO. “Cuando miro a mi lado derecho, del piso venían las losas de derecha a izquierda; cuando veo a la izquierda, venían de izquierda a derecha. En el centro se hacían unas lomitas y uno sentía que subía y bajaba. Quedamos debajo de un marco de madera y yo lo que hice fue abrazar a mi hijo”, recuerda.
“El movimiento empezó a incrementarse. Hasta que empezó a crujir todo el centro médico, explotó algo, el piso reventó, se fue la energía eléctrica y todas las mujeres empezaron a gritar”, dice. “Cuando salí y veía los edificios caídos estaba todo oscuro, nadie paraba para llevarlo a uno a un lugar más seguro. En la medida en que iba viendo los edificios caídos, más me preocupaba por mi esposa y por mis hijos porque sabía que estaban en el apartamento. Yo veía más destrucción, edificios derrumbados, postes encima de los carros y me entró el desespero. Corrí porque estaba desesperado”, puntualiza. “Mi hijo gritaba ¡papá, espérame que estoy cansado! Y así sucedió hasta que supe que los otros estaban bien”.
Este colombovenezolano afirma que por ahora es mejor salir de Manta, pues está seguro de que a la ciudad le tomará entre dos y cuatro años recuperar su actividad económica.Además, el miedo que tiene su familia de otra réplica no les permite estar tranquilos. “Tengo miedo de seguir en Ecuador, sí. Pero también tengo miedo de ir a otro país a empezar de cero”, admite tratando de contener el llanto.
Paul afirma que el que más quedó psicológicamente afectado fue su hijo de nueve años, quien sufre de problemas de presión arterial y no quería dormir. Y también señala con determinación que no regresará a Venezuela. “Nuestro plan de familia no está allí. Tenemos una casa, pero ni físicamente, ni psicológicamente estaríamos bien en Venezuela, aún afectados por lo que nos pasó en Ecuador porque en Venezuela la crisis día a día agobia más”.
“Nuestros familiares allá nos dicen que no llega comida, que no hay detergentes, ni tampoco harina para hacer pan. Entonces, una familia como la mía, donde tengo hijos por levantar: ¿A qué los llevo a Venezuela, a que se queden sin el papá o sin la mamá?”.
Por ahora, Paul y sus dos hijos se están quedando en una casa que una vecina ecuatoriana puso a disposición de su familia y de otras 26 personas.
Del apartamento donde vivía no ha podido sacar sus pertenencias pues las autoridades le pidieron que no lo hiciera hasta que dejaran de suceder réplicas, que hasta ahora suman más de 700. Paul solo sabe que necesita llegar a Colombia y comenzar a trabajar pronto porque su prioridad es volver a reunirse con su familia.
Muertos pasan de 600
Este viernes la cifra de fallecidos por , a medida que una serie de intensas réplicas acosaba a los traumatizados sobrevivientes.
Solo desde la noche del jueves hasta la tarde del viernes sucedieron 50 réplicas adyacentes a Pedernales y Manta, las ciudades más golpeadas por el sismo de 7,8 grados de magnitud en la escala de Richter que ha dejado, además, 130 desaparecidos, unos 12.500 heridos, más de 26.000 albergados y millonarias pérdidas.
“Las réplicas seguirán pasando por algunas semanas, mantengamos la calma”, pidió el subsecretario de Gestión de Riesgos de Ecuador, Ricardo Peñaherrera.