Después de varios meses de cuidarlas como a sus propios bebés, el equipo de conservación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y el acuario Mundo Marino este sábado les dice adiós a 450 tortugas caguama que emprenderán su primer viaje por el mar Caribe.
De ellas, se calcula que solamente una pueda llegar a la adultez y, si corre con suerte, regresará a desovar a las mismas costas. Seis de las siete especies de tortugas marinas del mundo se reproducen y desovan en el país. La otra, la tortuga plana, está exclusivamente en Australia.
Se trata de las tortugas laúd gigante, la olivácea, la carey, la caguama, la verde y la golfina, que desovan en el Caribe. Según la ‘lista roja’ de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, las cuatro especies de tortuga que anidan en el Caribe están amenazadas, y la careyLibera se halla en peligro crítico de extinción.
Ante tal riesgo, desde 1999 se creó el Programa de Conservación de Tortugas Marinas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (ProCTM), que junto con otras instituciones, como el acuario Mundo Marino y habitantes del sector, ha impulsado la introducción de más de 3.000 tortugas jóvenes al mar.
Aminta Jáuregui, bióloga marina y líder del programa de conservación, cuenta detalles de la liberación y cómo las 450 tortugas podrán ser rastreadas.
¿Para qué se hace lo que tendrá lugar este sábado en Santa Marta?
Hoy (este sábado) serán liberadas 350 tortugas en la playa Casa Grande, en el sector Mendihuaca, después del Parque Tayrona. Mañana (domingo) se introducirán las 100 tortugas restantes en un espacio más privado que compartimos con los pescadores del sector, quienes se convirtieron en actores importantes en nuestra tarea de preservación. Los especímenes serán trasportados en camión hasta el río Don Diego; allí se pasarán a una lancha donde navegarán durante 15 minutos por el río.
¿Hay un rastreo posterior?
Todas las 450 tortugas que se van a introducir tienen unas marcas externas que permiten que quien las encuentre en las costas pueda reportar el hallazgo. Las tortugas llevan un código que las identifica y un correo electrónico adonde se pueden comunicar cuando las encuentran. En esta jornada marcaremos por primera vez a un ejemplar juvenil de caguama con un dispositivo satelital. Este envía señales para conocer la ruta de la tortuga. Ella va a explorar la zona y con la tecnología podemos saber en qué lugar del mundo están nuestros ejemplares. A la fecha hemos marcado cuatro tortugas carey. Por ejemplo, un ejemplar de 13 meses envió señales por casi un año y llegó a las costas de Belice y Florida en Estados Unidos.
¿Por qué marcan a los ejemplares jóvenes?
Otros países ponen los dispositivos a ejemplares grandes; nosotros, al tener un lote ‘cuidado’ de especímenes juveniles, logramos acompañarlos en el recorrido de sus primeros siete años. Ese periodo se conoce como los ‘años perdidos’, debido a la alta mortalidad de las tortugas y a que siguen corrientes marinas no consolidadas. Cuando las tortugas son adultas, sí se conoce su ciclo de migración y anidación, por lo que es más fácil ubicarlas y poner los dispositivos.
¿Cómo las preparan para su llegada al mar?
Las tortugas permanecen en tanques que van de los 8.000 a los 30.000 litros de agua; su ambiente es controlado por filtros que garantizan las condiciones. Algunas semanas antes de la introducción, los especímenes son llevados al tanque del acuario Mundo Marino. Allí se adecuan a mayores condiciones de profundidad y espacio; también se logra que las tortugas se relacionen con otras especies y se adapten a nuevos horarios de alimentación; en ese punto, la dependencia de los humanos disminuye.
Pero, ¿cómo se da este proceso de cuidado de más de un año?
Primero recogemos los huevos hallados en las playas; a veces se encuentran huevos ya eclosionados con los neonatos. Luego son transportados a los laboratorios o a los centros de levante. Allí se acondicionan en sistemas cerrados, es decir, lugares que cuentan con agua de mar y con condiciones que imitan las naturales.
El tiempo es vital para garantizar la mayor cantidad de neonatos; factores como las altas temperaturas o depredadores ponen en riesgo la anidación. Los especímenes permanecen en el lugar de 8 a 13 meses, hasta cuando están en condiciones de ser regresados al mar. Lo que se logra en ese tiempo es que los neonatos se conviertan en jóvenes que mantienen todos sus instintos naturales, lo que les permite acoplarse bien al entorno.
¿Cada especie de tortuga tiene condiciones especiales?
Sí. Precisamente lo que nos permiten los meses de levante es conocer los requerimientos de cada especie. Por ejemplo, logramos adecuar las características fisicoquímicas del agua. Otro factor primordial para garantizar el crecimiento es el alimento de las tortugas.
¿Todas las tortugas comen lo mismo?
No, las especies que tratamos tienen necesidades alimentarias diferentes. Las tortugas caguama (Caretta caretta) son omnívoras, por lo que su alimentación es más sencilla; las tortugas verde (Chelonia mydas) son más herbívoras, entonces se alimentan de vegetales como acelgas; las carey (Eretmochelys imbricata) viven en zonas de arrecife y se les dan más crustáceos y animales de la zona.
¿Las tortugas permanecen juntas en el mismo espacio?
En otros lugares del mundo, las tortugas son separadas por especie. Nosotros las mantenemos en lotes que cambian de número a medida que nuevas tortugas llegan y otras son liberadas. El lote de liberación de este año, por ejemplo, son 450 ejemplares de tortuga caguama. Están separadas 200 en el tortugario y las 250 restantes en otros dos espacios.
Se espera que estas tortugas regresen. ¿Qué dificultades enfrentarían para anidar allí?
Los obstáculos a los que se enfrentan las tortugas se relacionan con los humanos. Uno de ellos es que las tortugas pierden su rumbo al encontrarse con madera a la deriva, lo que les impide acceder a la playa para desovar; otro fenómeno es la erosión de las playas; esto impide que las especies se acerquen a la costa y cuando hay mucha iluminación en zonas urbanizadas, que no les permite a las tortugas anidar.
Hace unas semanas se presentó el caso de la laúd gigante que anidó en el Hotel Irotama. ¿Qué significa este arribo?
Que haya anidado una tortuga gigante es un indicador de recuperación de la playa. Además, que una de media tonelada logre salir del agua y anidar en la playa es un buen factor de la calidad del agua. También es un indicador ecológico, porque si viene de mar adentro con aguas contaminadas puede presentar enfermedades relacionadas con baja calidad ambiental. El último registro que se tenía de anidación en el Irotama fue hace 21 años, y en la zona el último registro es de hace 45 años.
¿Cuál es el papel de los pescadores?
En los últimos años hemos notado un cambio en los pescadores. En la zona de El Rodadero y del aeropuerto, antes cualquier ejemplar que encontraban era considerado un recurso pesquero. Ahora entienden que si las tortugas caen en sus redes nos pueden llamar y les enseñamos su importancia. También les ofrecemos alternativas de conservación. Si bien no podemos pagarles a los pescadores por las tortugas, sí podemos ayudarles con elementos para su pesca.
¿Cómo ha recibido la comunidad esta iniciativa?
Antes, las personas eran saqueadoras; ahora, algunas son aliadas estratégicas, ya identifican las zonas y las épocas donde las tortugas anidan, y logramos incorporar su conocimiento a la preservación. No podemos llegar a las comunidades y decirles: “No se coman las tortugas” y ya; debemos generarles alternativas productivas.
¿Qué se puede hacer para sensibilizar a los turistas?
Campañas para que habitantes y visitantes de las zonas de influencia velen por el bienestar de las tortugas. Pero no sirve si siguen adelantando exploraciones petroleras en el mar, que pueden tener injerencia en las rutas migratorias. Si los turistas siguen dejando basura en las playas, si los habitantes continúan la depredación de las tortugas y sus huevos para alimentarse, aun cuando no es un recurso primordial, de nada sirve si las industrias siguen utilizando el mar como vertedero de desechos.