La misión MMS de la Nasa logró, por vez primera, observar la reconexión de los campos magnéticos de la Tierra y el Sol, lo que supone un gran paso para entender el tiempo meteorológico en el espacio y tiene implicaciones fundamentales en campos como el magnetismo y la física solar.
La reconexión magnética se produce cuando dos líneas de campos opuestos se rompen y se conectan entre sí, lo que libera gran cantidad de energía.
Un estudio publicado por Science describe la primera observación directa del fenómeno producido en los núcleos de las galaxias y que provoca explosiones visibles a miles de millones de años luz.
En el Sol causa erupciones solares tan poderosas que equivalen a medio millón de bombas atómicas, y en la Tierra aporta energía a las tormentas magnéticas y a las auroras boreales.
Sin embargo, los científicos no acaban de explicarse cómo el simple hecho de entrecruzar líneas de campos magnéticos causa explosiones tan violentas, señala la Nasa en su web de divulgación científica, en la cual apunta que “la reconexión magnética podría ser la manera favorita que tiene el universo de hacer explotar cosas”.
La Nasa lanzó el año pasado el Sistema Multiescala Magnetosférica (MMS), una misión para estudiar la interacción del campo magnético de la Tierra con el de otros cuerpos celestes, formada por cuatro naves que vuelan a través del campo magnético de nuestro planeta para estudiar la reconexión en acción. Y ahora han podido observar cómo ese proceso físico explosivo convierte la energía magnética almacenada en energía cinética y en calor.
Un equipo de expertos, integrado entre otros por el Instituto de Investigación Southwest (SwRI) y la Universidad de Maryland, han estudiado los datos de la MMS, y sus descubrimientos tienen “implicaciones significativas” para el espacio, la física solar, la astrofísica y la física de plasma fundamental, dice un comunicado.
“Con la MMS, un nuevo ‘microscopio’ ha abierto una nueva ventana para ver claramente la reconexión”, explicó el vicepresidente de la división de Ingeniería y Ciencia Espacial del SwEI y principal investigador de la misión, James L. Burch.