La sesión del Senado de Brasil que ha generado varias voces de rechazo y apoyo al proceso de destitución que hoy tiene a Brasil sumergido en una profunda crisis política.
Frente a las arengas de ‘Fora Dilma’ (fuera Dilma) y ‘Dilma Fica’ (Dilma se queda), algunos brasileños aseguran que la suspensión fue injusta y no representa al pueblo y a la democracia de Brasil. Sin embargo, también están los que no apoyan el proceso de destitución, pero pedían un cambio de gobierno. Al otro lado de la orilla están quienes aplauden la salida de Rousseff y quienes dicen que la corrupción en Brasil “tocó fondo”.
Uno de ellos es Vinicius Gagno, un corredor de seguros de Vitoria, quien está de acuerdo con la votación del Senado. “Que la presidenta salga por un juicio político demuestra que el pueblo brasileño está viendo un país hundido en tanta corrupción. Creo que el país llegó a tocar fondo. Pero todo este proceso se hace para que los políticos se den cuenta de que el pueblo brasileño está cambiando la forma de pensar y de actuar. Brasil aún vivirá un momento crítico, pero la esperanza renacerá para el país”, dice.
Otros como Juarez Junior, especialista en turismo en Río de Janeiro, indicó que el proceso fue un “un oportunismo de la oposición. Con la pérdida del apoyo (de Dilma) fue más fácil aprobar el ‘impeachment’. Yo estoy en contra de la aprobación. Pero la mitad de la población estaba a favor. El país está dividido”, comenta.
Hay quienes califican la destitución como un golpe. “Es un golpe descarado al país. Los coroneles de la política, con el patrocinio de varias corporaciones, retiraron a un gobernante elegido democráticamente. Sobre Dilma creo que hizo lo que pudo. Es una mujer que admiro mucho a lo largo de su carrera y que resistió hasta el final. Sin embargo, la dirección que dio al país no fue buena, teniendo en cuenta el partido político, que está completamente desviado de su finalidad original y, también porque hizo malas alianzas”, asegura Bruna Maria Pena, estudiante en Belo Horizonte.
Paula Fernandes, arquitecta y urbanista en São Paulo agrega que “el ‘impeachment’ es un golpe blanco, no como ellos hacían antes que era con ayuda de las Fuerzas Armadas, sino un golpe blanco como fue hecho en Paraguay, Honduras, con el apoyo claro de los EE. UU., bien sea pagando a algunos grupos o influenciando a algunos políticos (…). No tengo como defender el gobierno de Dilma, ella no consiguió agradar ni un lado ni otro, actuó económicamente mal, dejó la crisis pasar hasta este punto y las personas que votaron por ella, de banderas de izquierda, se dieron cuenta que ella actuó de forma neoliberal, les dio la mano a los bancos y decepcionó. Sin embargo, a pesar de eso defiendo su permanencia porque ella fue elegida democráticamente”.
Para Adriano Lizeiro, geógrafo y bloguero, “Brasil vive el momento más peligroso de su joven democracia. La inestabilidad institucional inaugurada por un golpe disfrazado de ‘impeachment’, la incompetencia política de Dilma o de cualquier otro gobernante electo no puede ser motivo para alejar del poder a ese gobernante, ese es un medio arriesgado, pues abre un precedente para otros golpes. Estoy en contra de que Temer suba al poder, lo repudio, así como el ascenso de cualquier político corrupto al poder y entiendo que la Constitución no puede ser orquestada en favor de algunos y perjudicando a muchos”, dice.