Las líneas o geoglifos de Nazca, una serie de gigantescas figuras de criaturas vivas, vegetales estilizados, seres fantásticos y figuras geométricas trazadas sobre la superficie terrestre, que se aprecian en toda su magnitud al observarlas desde una gran altura, no son las únicas construcciones que plantean enigmas a los arqueólogos en esa árida región de América.
Los puquios, un sofisticado sistema hidráulico construido para recuperar el agua de las capas freáticas del subsuelo a la superficie, conformado por galerías bajo tierra, accesos en forma de pozos helicoidales, tramos descubiertos o zanjones y piscinas de almacenamiento o ‘cochas’, todos revestidos de piedras redondas, han sido cartografiados y se conoce su funcionamiento y objetivos, pero aún encierran numerosos aspectos desconocidos.
Ahora, un equipo de científicos italianos ha desvelado una nueva perspectiva de este sistema de acueductos. Tras el análisis de imágenes de la zona obtenidas por satélite e investigaciones sobre el terreno, creen que estaban relacionados con las líneas de Nazca y que quedan puquios por descubrir.
“Los puquios transformaron esta región inhóspita, permitiendo al antiguo pueblo nativo de Nazca sobrevivir en un área donde las sequías pueden durar años”, según la científica Rosa Lasaponara, del Instituto de Supervisión del Medioambiente del Consejo Italiano de Investigación (CNR-Imaa) y directora de este estudio.
Un sistema perfecto
Tras la utilización de imágenes de satélites, Lasaponara y su equipo entendieron mejor cómo están distribuidos estos manantiales en la región de Nazca, así como su ubicación en relación con los asentamientos humanos más cercanos, cuya fecha de construcción es ahora más sencilla de establecer, aseguran.
Mediante estas investigaciones se ha hecho evidente que el sistema de los puquios estaba mucho más desarrollado de lo que parece, y que la explotación de esta fuente de agua durante el año ayudó a mantener una agricultura intensiva en los valles, en uno de los lugares más áridos del mundo, según Lasaponara, responsable del laboratorio Argon, del CNR-Imaa, dedicado a la detección remota del patrimonio natural y cultural.
Estos canales llevaban el agua atrapada bajo tierra a las zonas donde se necesitaba, a veces directamente sin almacenar en depósitos superficiales, y se mantenía en movimiento gracias a una serie de chimeneas excavadas sobre los canales subterráneos y con forma de embudos en tirabuzón, según los expertos.
“Estas chimeneas captaban el viento de la superficie y lo dirigían hacia el interior de los canales, donde impulsaba el agua a través del sistema”, según Lasaponara, que ha volcado estas investigaciones en un libro de próxima publicación titulado ‘Ancient NASCA world: New Insights from Science and Archaeology’ y elaborado en colaboración con los investigadores Nicola Masini y Giuseppe Orefici, según adelanta a la agencia EFE.
“Los puquios fueron el proyecto hidráulico más ambicioso construido en la región de Nazca y permitía disponer de agua todo el año, no solo para la agricultura y la irrigación, sino además para usos domésticos”, asegura Lasaponara.
¿De cuándo datan?
Establecer el origen de los puquios plantea dificultades a los investigadores. Ellos explican que no ha sido posible utilizar en los túneles las tradicionales técnicas de datación mediante carbono 14, ni la civilización Nazca ha dejado pistas sobre este tema, pues al igual que otras antiguas culturas suramericanas, no tenían un sistema de escritura conocido.
Según Lasaponara, la existencia de estos canales nos dice algo notable acerca de las gente que vivió entre el año 1000 a. de C. y el año 750 de nuestra era en esta región peruana.
La construcción de los puquios implica el uso de una tecnología particularmente especializada y que sus constructores no solo tenían un conocimiento profundo de la geología y las variaciones anuales de la disponibilidad de agua en esa región, sino además la capacidad de superar el desafío técnico que supone el mantenimiento de esos canales distribuidos a través de distintas fallas tectónicas, de acuerdo a la investigadora del CNR-Imaa.
“El mantenimiento de los puquios probablemente se basó en un sistema colaborativo y socialmente organizado, similar al adoptado para construir las famosas líneas de Nazca, las cuales en algunos casos están claramente relacionadas con la presencia de agua”, señala esta científica, y enfatiza que la construcción de estos manantiales fue tan buena que algunos de ellos todavía funcionan.
Una relación estrecha
De las imágenes satelitales se ha podido establecer, según los investigadores, que los puquios y las líneas tienen formas simbólicas vinculadas con el agua y la fertilidad, y ambas construcciones son una manera alternativa de presentar o manifestar, a través de sus formas, los ríos y cursos de agua de la región. Para Lasaponara, “otra conexión indirecta surge del hecho de que las líneas posiblemente fueran usadas como caminos ceremoniales a través de los cuales solicitaban favores a los dioses”.