Un policía de Inteligencia de la Dirección Antinarcóticos logró infiltrarse en la finca La Aurora, en Turbo (Antioquia), y durante tres meses laboró como jornalero en cultivos de plátano sin despertar sospecha.
La información reunida por el uniformado fue clave para el decomiso el pasado fin de semana de 9.355 kilos de cocaína de alta pureza, perteneciente a Roberto Vargas, alias Gavilán, segundo al mando del ‘clan Úsuga’.
La droga había sido almacenada durante los últimos dos meses en una caleta subterránea, dentro de una de las casas que comprende el caserío de unos 50 ranchos de madera y techos de zinc ubicados en La Aurora, para uso de los campesinos y sus familias.
Esta finca era muy conocida en Turbo porque pagaban bien el jornal y porque se daba una “bonificación” por guardar silencio. Pero hasta allí, en horas de la noche, al menos tres veces a la semana allegaba un camión con víveres, y entre esa comida iban unos 100, 200 o hasta 250 kilos de cocaína camuflada.
Durante el tiempo que estuvo en la finca, el policía pudo confirmar que “la droga provenía de nueve grupos, que son organizaciones menores que están ayudando a surtir al ‘clan Úsuga’”.
“Como la Fuerza Pública les ha incautado continuamente alcaloide, en el ‘clan Úsuga’ están tan desesperados que están comprando (cocaína) en los Llanos, Norte de Santander y hasta en el Cauca”, se lee en uno de los mensajes cifrados que el policía infiltrado dejaba en puntos estratégicos acordados del corregimiento Nueva Colonia (lugar donde se ubica la finca) cuando salía a hacer mercado o a tomar cerveza.
El joven policía logró ganarse la confianza de la gente del sector y empezó a diferenciar entre los que son campesinos y los subalternos de ‘Gavilán’, a quien le temen y respetan porque –dice– no le da “asco” ordenar asesinatos.
“Todo es de oídas –señala el uniformado en uno de los mensajes enviados a sus superiores–. Hace 15 días se rumoró que el patrón (‘Gavilán’) iba a venir, porque está organizando un envío grande para México, sus socios necesitan la ‘merca’ allá lo más pronto y se van a preparar las lanchas para esta semana”.
Según el policía infiltrado, en la región se comentaba que ‘Gavilán’ le está robando cocaína a Dairo Antonio Úsuga, ‘Otoniel’, y que “lo quiere tumbar, porque se sabe que su máximo jefe está negociando su sometimiento con la justicia de Estados Unidos y allá va a contar de todo y los va a ’embalar’ ”.
En otro mensaje, el policía dice que ‘Gavilán’ está paranoico por la recompensa de 500 millones de pesos que ofrecen por él y que teme que su propia gente lo traicione. “Yo creo que es hora de entrar”, dijo en el último mensaje.
Con esta información se puso en marcha la operación desde Bogotá y se empezó a planear el ingreso a la finca La Aurora con el apoyo de los comandos Jungla y los hombres del Bloque de Búsqueda.
“Hay que ser exactos y perfectos, sobre el blanco, la cocaína. Si hay capturas, bien; pero hay que proteger a la población civil”, fue la instrucción del general Jorge Hernando Nieto, director de la Policía, al autorizar el ingreso a la zona.
Desde el sábado 14 de mayo se registró gran movimiento en las bases de la Policía en Bogotá y en Medellín y al finalizar la tarde se lanzó la operación. A las 2 de la mañana del domingo 15, los comandos ingresaron a la finca.
En la entrada de la casa-caleta encontraron 1.600 kilos de cocaína listos para embarcar. Allí lograron tres capturas y otras tres personas huyeron.
Pero cuando abrieron la puerta, el fuerte olor a cocaína les confirmó la ruta; levantaron una tapa de cemento sobre el piso y hallaron el más grande centro de acopio de alcaloide en la última década.