Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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Los Jefes de las Farc se preparan para hacer Politica

Publicado el 01/06/16

Mientras en La Habana es inminente el anuncio de un acuerdo del Gobierno y las Farc sobre el cese bilateral y definitivo del fuego y la dejación de las armas, en las selvas de Colombia las tropas de esa guerrilla ultiman los preparativos para convertirse en movimiento político desarmado.

De hecho, en los campamentos insurgentes ya comenzó la cuenta regresiva para la incorporación de los combatientes a la vida civil y para colgar los uniformes verde oliva.

Ya un guerrillero le propuso en una carta a ‘Timochenko’ el nombre que podría llevar el partido político en gestación: Frente Amplio para la Reconstrucción de Colombia Esperanza de Paz (Farc-Ep), “para que todos sepan de quién se trata”.

Un equipo periodístico de  constató en un viaje al corazón del bloque Oriental, el más combativo y numeroso de las Farc, que los guerrilleros toman clases de geografía, historia y matemáticas como parte del alistamiento para lo que se viene.

Fue precisamente el segundo jefe de ese bloque, ‘Carlos Antonio Lozada’, quien encabezó con el general Javier Flórez la subcomisión de comandantes militares y jefes guerrilleros que, desde marzo del año pasado, trabajó en La Habana en el modelo para el fin del conflicto que se está terminando de negociar en estos días en la mesa de diálogos.

Durante una larga conversación con en la capital cubana, ‘Lozada’ aseguró que los resultados del actual proceso de paz y el inminente fin de la guerra tienen mucho que ver con que el Gobierno haya incluido en la mesa de diálogos a los militares.

“Nosotros siempre creímos que para llegar a una solución política había que contar con los miembros de las Fuerzas Militares. Ellos, como soporte fundamental del régimen, han sido determinantes. En los otros procesos siempre hubo ruidos de sables”, sostuvo.

Pero, sobre todo, cree que el hecho de hablar “el mismo lenguaje” facilitó el diálogo entre comandantes militares y jefes guerrilleros a la hora de darle forma al modelo del cese del fuego bilateral y la dejación de armas que se anunciará en los próximos días.

En el ámbito militar, afirma ‘Lozada’, no hay posibilidad de cañar, como en la política. “Todo es concreto, sin retórica, y unos y otros sabemos cómo se han dado los combates y la confrontación”, sostiene.

Esto hizo que cuando los altos oficiales de las Fuerzas Armadas y los jefes guerrilleros se sentaron a hablar en La Habana se produjera “una empatía inmediata” y las negociaciones en la subcomisión fluyeran.

Política sin fusiles

Después de 37 años en la guerra, y frente a la certeza de que el fin del conflicto es casi un hecho, ‘Lozada’ ya se imagina haciendo política sin el fusil encima.

No sabe si la hará en el Congreso o en los barrios pobres de las áreas urbanas, donde en otra época reclutaba a milicianos. “Donde me ponga la organización”, sostiene.

Lo que sí tiene claro es que hacer política sin armas es un objetivo personal y de las Farc enteras. “La esencia de este proceso es que nos abran las puertas de la democracia para hacer política alternativa al régimen”, dice ‘Lozada’.

Afirma que algún día también dedicará tiempo a “escribir” lo que ha sido su experiencia con los militares en los diálogos de La Habana, y que espera trabajar “hombro a hombro” con ellos en la construcción de obras de beneficio social en las comunidades más apartadas del país.

“Cuando nosotros hablamos de desmilitarizar la vida colombiana no nos referimos a una Colombia sin militares, sino a que el régimen político deje de ver soluciones militares para los problemas del país”, agrega.

El pronto acuerdo sobre el fin del conflicto, que se pondrá en marcha una vez se firme el pacto final de paz, es, sin duda alguna, el más importante de la negociación de La Habana porque marca el comienzo del fin de la guerra de 52 años con las Farc.

Una vez anunciado –lo que ocurrirá en cuestión de días–, los jefes guerrilleros viajarán a Colombia para oficializar ante las tropas la transformación de movimiento armado en uno político, tras lo cual regresarán a La Habana para la firma del acuerdo final de paz.

Distinto a lo que ha ocurrido con otros grupos que han abandonado las armas en Colombia, y con los cuales la reintegración de los combatientes fue un proceso individual, el de las Farc será colectivo y comunitario. Es decir, se mantendrán unidos durante la transición y en las zonas donde han actuado históricamente.

La vida después de la guerra

En la recta final del proceso de paz, ‘Lozada’ piensa que sus 37 años en la guerra no han sido en vano.

Sabe que, como en toda negociación, las Farc tuvieron que ceder en algunas pretensiones, al igual que el Estado, pero cree que se lograron sentar las bases “para abrir la democracia y que las próximas generaciones no tengan que resolver sus problemas por la vía de las armas”.

El jefe guerrillero considera que, en ese sentido, las Farc han “jugado un papel importante en la transformación del país”.

Según varios negociadores del Gobierno, ‘Lozada’ es uno de los jefes de las Farc más conciliadores y con más perfil político.

Luego del fin de la guerra, este bogotano aprovechará para vivir al lado de sus dos hijos, una niña y un niño, algo que nunca ha podido hacer.

Fue guerrillero rural en el Cauca hasta los 20 años, cuando comenzó a manejar las milicias urbanas de las Farc.
Eso lo llevó por Medellín, Cali, Bucaramanga y Barranquilla antes de volver al monte, 19 años después, al bloque Oriental del ya fallecido ‘Mono Jojoy’, y que hoy comanda Mauricio Jaramillo, el ‘Médico’. Fue este último quien por las Farc encabezó la fase exploratoria de los diálogos con el Gobierno.

Para ‘Lozada’, lo que ahora viene será muy satisfactorio no solo para los actores del largo conflicto armado, sino para el país.

“Este proceso –asegura– nos mostró que la solución al conflicto no era por la vía militar, sino mediante una negociación en la que todos ganamos”.

El hecho es que las tropas de las Farc ya tienen la mirada tan puesta en el posconflicto que en el bloque Oriental hay una guerrillera con seis meses de embarazo, algo impensable en tiempos de guerra.

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