Ha sido una buena semana para la candidata demócrata, Hillary Clinton: la popularidad de su rival, Donald Trump, se desploma en picada con el pasar de los días y la intensiva investigación del atentado al consulado estadounidense en Bengasi (Libia) parece llegar a su fin, sin ningún tipo de evidencia en su contra.
El comité investigaba los hechos ocurridos el 11 de septiembre de 2012 en el consulado de EE.UU. al este de Libia. Los combates entre salafistas radicales del país (algunos sugieren vínculos con el grupo terrorista Al Qaeda) y los encargados de la seguridad del consulado, estadounidenses y libios, provocaron la muerte de varios locales y cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador Christopher Stevens.
Tras dos años de investigación continua, dando por terminado uno de los procesos más largos y polarizados en la historia judicial de EE.UU., y después de más de US$7 millones invertidos en su transcurso, el comité selecto para la investigación de lo sucedido en Bengasi emitió su informe final, un documento de 800 páginas concluyendo la inocencia de Clinton en su función como secretaria de estado y las medidas tomadas en el momento de los hechos.
Después de una ráfaga de señalamientos por parte del ala conservadora hacia la candidata por la supuesta inhabilidad de la secretaria de estado para afirmar la seguridad de sus ciudadanos en territorios de alto riesgo —argumento utilizado frecuentemente por Trump para embarrar la campaña de su rival—, la bancada republicana en el comité se vio obligada a admitir que “no queda claro qué tipo de inteligencia adicional hubiera podido asistir a la secretaria para haber notado que el edificio en Bengasi se encontraba bajo riesgo de un ataque”, es decir, no existe evidencia que compruebe que Clinton no tomó las medidas necesarias para prevenir el asesinato de los funcionarios.
¿Qué significa esto en su carrera hacia la Casa Blanca? El discurso de la presumida inhabilidad para manejar asuntos de política exterior de Clinton, Obama y otros miembros del actual gobierno demócrata ha sido la carta favorita de Trump, estrategia que ha demostrado gran efectividad para estimular la furia y el temor de una porción importante del electorado que se siente inseguro y vulnerable ante la amenaza terrorista de una variedad de grupos provenientes del Oriente Medio en su mayoría.
El comité, de mayoría republicana, asumió la extensa labor de entrevistar a 107 testigos y revisó más de 750.000 páginas de documentos, acción que fue duramente criticada por la bancada demócrata al acusar al objetivo de la investigación como un esfuerzo de inculpar a Clinton más que un verdadero proceso de examinación de los hechos.
La campaña de Clinton fue rápida en divulgar el fallido intento de la bancada republicana para enlodar a la candidata, y denunció la parcialidad del comité, poniendo en juicio la credibilidad este.
“Después de más de dos años y US$7 millones tomados de los bolsillos de los ciudadanos, el reporte del comité no encontró nada que contradiga las conclusiones de las múltiples investigaciones conducidas en el pasado”, declaró Brian Fallon, portavoz de la campaña de Clinton.
Con estas antiguas y repetitivas acusaciones fuera del camino, y la credibilidad de los Republicanos pendiendo sobre un hilo, Clinton podría aprovechar este periodo de buenas noticias para ganar todavía más ventaja sobre el decaído Trump.