Bruselas, jul. 8. Los líderes de la OTAN celebran hoy y mañana en Varsovia una importante cumbre en momentos en que Europa, debilitada por el Brexit y la crisis migratoria, refuerza su defensa en el este del continente y enfrenta la amenaza yihadista en el sur.
La cumbre contará con la presencia del presidente estadounidense Barack Obama, su homólogo francés François Hollande, la canciller alemana Angela Merkel y el jefe de gobierno británico David Cameron.
La reunión estará cargada de simbolismo ya que la capital polaca fue la ciudad donde se firmó en 1955 el Pacto de Varsovia, liderado por la Unión Soviética, destinado a contrarrestar la Alianza Atlántica.
Los 28 líderes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) buscarán reafirmar su presencia en el este europeo, otrora bajo la influencia de Moscú.
La decisión mayor será la ratificación del plan de acción para contrarrestar a Rusia, cada vez más agresivo, luego de la anexión de Crimea y la intervención en Ucrania en 2014.
La OTAN también debe redinamizar la cooperación con la Unión Europea (UE, de la cual 22 de los 28 países miembros pertenecen a la Alianza) que enfrenta en su vecindario sur la amenaza de Estados fallidos, en Medio Oriente o en Africa.
El Brexit, sin lugar a dudas, formará parte de las declaraciones políticas. El Reino Unido es un aliado clave de Estados Unidos en Europa y es un pilar de la Alianza Atlántica.
El voto para una salida de Gran Bretaña de la UE rodea al bloque comunitario de una incertidumbre que numerosos jefes de Estado hubiesen preferido evitar cuando la UE ya se encuentra fragilizada por la peor crisis migratoria desde 1945, empezando por Barack Obama, que asistirá a la última cumbre de la OTAN de su mandato.
La OTAN insiste en que el Brexit no incide en la Alianza, pero añade incertidumbre frente a Rusia, enemigo señalado de Occidente desde que la crisis en Ucrania y el apoyo de Moscú a los separatistas del Este pusieron fin a dos décadas de optimismo en las relaciones el Kremlin.
El plan de respuesta, esbozado por la OTAN en la cumbre de Gales en 2014, el ‘Readiness Action Plan’, supone respetar un mínimo de gastos militares de 2% del PIB y cesar los recortes.
Para sosegar a los aliados que se independizaron de Moscú a principios de los 1990, inquietos por la agresividad de Rusia desde la guerra en Ucrania, la OTAN decidió reforzar su “Fuerza de Respuesta” (NRF, Nato Response Force) triplicando sus efectivos hasta 40.000 soldados y creando una “punta de lanza” (‘Spearhead’) de 5.000 hombres capaz de desplegarse en sólo días en cualquier foco de crisis.
Sin embargo, Polonia y los tres países Bálticos obtuvieron más. La cumbre debería ratificar el despliegue en esos países de cuatro batallones multinacionales (entre 600 y 1.000 militares cada uno) sobre la base de una rotación.
Esta decisión no tiene precedentes desde el fin de la Guerra Fría y el Acta Fundacional de 1997 que rige las relaciones OTAN-Rusia y establecía la reducción de las fuerzas convencionales en Europa y Rusia.
Para Rusia en cambio, es la OTAN, que avanza sobre lo que eran sus ‘satélites’, la que amenaza su seguridad.
“No vamos a ceder en este frenesí militarista cuando son ellos los que intentan arrastrarnos en una costosa carrera armamentista y sin perspectivas”, lanzó recientemente el presidente ruso Valdimir Putin.
Putin denunció asimismo las numerosas maniobras militares de la OTAN, en particular “cerca de las fronteras rusas” en el mar Negro y en el mar Báltico.
Pero Moscú reserva sus mayores advertencias al escudo antimisiles que desarrolla Estados Unidos en Europa. En la cumbre se debería declarar que ya se encuentra operacional tras la inauguración en mayo de una primera base de interceptores balísticos en Rumania.
El escudo antimisiles neutralizaría la doctrina de disuasión nuclear. Estados Unidos sostiene que es para proteger su territorio y el de sus aliados de eventuales ataques con misiles balísticos de Irán y Corea del Norte.