Hoy ha sido el día en el que la mayoría del Congreso ha rechazado a un presidente del Gobierno. El día en que Mariano Rajoy ha fracasado y ha perdido su investidura y la confianza del Parlamento. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ya fue rechazado en marzo y se iniciaron los plazos para la repetición de elecciones y ahora el líder del PP ha sufrido otra derrota parlamentaria y se ha iniciado así el plazo hasta el 31 de octubre. Ese día, si no hay otra investidura, se convocará a las urnas para el 25 de diciembre o el 18 de diciembre si los partidos logran modificar la Ley Electoral para acortar la campaña.Como estaba previsto, los 170 diputados de PP, Ciudadanos y Coalición Canaria apoyaron al aspirante, frente a los 180 del resto de grupos que impidieron que el líder del PP sea investido presidente del Gobierno con mayoría simple.
En 2011 Rajoy logró ser el presidente del Gobierno con mayor poder en la democracia, investido con mayoría absoluta holgada en el Congreso y con un poder territorial y municipal para su partido sin precedentes. Ahora seguirá en La Moncloa con competencias limitadas y al frente del grupo parlamentario más numeroso, pero sin la confianza del actual Congreso.
De nuevo, el hemiciclo del Congreso ha sido un intercambio cruzado de reproches, reflejo de la imposibilidad de acordar un Gobierno. Casi todos contra casi todos y ninguna puerta abierta para salir del bloqueo que se inició la noche electoral del 20 de diciembre de 2015.
Mariano Rajoy subió a la tribuna para arremeter contra al PSOE por no permitir su investidura, tras lo cual le ofreció “un acuerdo que no sea rígido sino abierto a sugerencias y aportaciones”. A Pedro Sánchez, líder del PSOE, le acusó de usar “una colección de manoseados y reiterativos argumentos para no admitir el objetivo inconfesable de repetir las elecciones”.
“Permita al menos que en España se forme un Gobierno”, le dijo, antes de reprocharle “algo tan grave como bloquear”, sin ofrecer alternativas que pasarían por acuerdos con “extremistas”. Y acusarle de graves consecuencias que “no resolverán unas terceras elecciones”.
Y Sánchez, al frente del único grupo que podía desbloquear la situación, le respondió reiterando el argumento de que carece de la confianza de su grupo y acusando a su vez a Rajoy de forzar las terceras elecciones. Enigmático terminó: “Si actuamos con altura de miras entre todos encontraremos una solución. El PSOE estará en esa solución”. No explicó a qué se refería y el PSOE quiso aclarar luego que no se refiere a intentar un Gobierno alternativo.
La opción de otro candidato del PP no está sobre la mesa por el momento. Rajoy ha anunciado que volverá a intentarlo, pero deberá esperar a que el Rey le proponga de nuevo y el jefe del Estado no lo hará, previsiblemente, hasta no tener certeza de que una nueva investidura no fracasará.
Pablo Iglesias emplazó a Sánchez a un acuerdo que el PSOE no ve viable y Albert Rivera dio a entender que su acuerdo con Rajoy ya ha caducado. Es la segunda vez que un acuerdo de investidura de Ciudadanos es derrotado en el Congreso: en marzo el firmado con el PSOE y este viernes el suscrito con el PP. Ambos han resultado insuficientes frente a la mayoría del Congreso.
Los nacionalistas e independentistas reiteraron su rechazo y el propio Rajoy dio este viernes por cerrada esa vía.
Vacío institucional
A partir de ese momento empezará una especie de vacío institucional similar al que ya se produjo entre marzo y mayo, en el que el Rey puede volver a proponer a otro candidato, incluido el propio Rajoy y a Pedro Sánchez. Entonces, el jefe de Estado ni siquiera hizo ronda de consultas con los partidos tras el fracaso de la investidura y se limitó a esperar a que corrieran los plazos. Luego cerró los dos meses de espera con reuniones con cada uno de los portavoces para certificar el fracaso.
El Gobierno seguirá en funciones con competencias limitadas, como no poder presentar proyectos de ley, y solo podrá actuar en caso de extrema necesidad. El último día de septiembre serán prorrogados los Presupuestos de 2016, para que se mantengan en vigor desde el 1 de enero de 2017.
Todos los partidos estiman que hasta después de las elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre no es previsible ningún cambio y, por tanto, no habrá movimientos políticos.
De hecho, la dirección del PSOE no espera celebrar un comité federal que estudie revisar su veto al PP hasta después de esa doble cita electoral. Es decir, que se inicia ahora un periodo de un mes de parón institucional y otro posterior de incertidumbre, pendientes de que algo se mueva, de que algún partido renuncie a algo.