El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomó la delantera este jueves a su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, y fue él quien retó al mandatario del país vecino a cancelar la reunión prevista para el próximo martes, ya envenenada de inicio por el polémico muro que la nueva Casa Blanca quiere construir en la frontera. “Si México no está dispuesto a pagar el tan necesario muro, entonces sería mejor cancelar la inminente reunión [con Peña Nieto]”, señaló esta mañana Trump en su cuenta personal de Twitter.
La noche anterior, Peña Nieto no se atrevía a anular el encuentro, pese a las presiones en esa dirección en su país, y pedía amargamente “respeto” para México, el país al que Trump ha estado lanzando ataques desde que comenzó su carrera hacia la presidencia de Estados Unidos. “Quiero ser muy claro, la reunión por ahora sigue en pie, dijo. Pero hoy es el empresario neoyorquino quien fuerza el pulso y amenaza con no recibirle.
En sus mensajes de la mañana, Trump también defiende que Estados Unidos ha salido damnificado durante años en sus relaciones comerciales con el país de Peña Nieto. “EE UU tiene un déficit de 60.000 millones de dólares con México, ha sido un acuerdo desequilibrada desde el principio de la Nafta, provocando la pérdida masiva de empresas y empleos”, dice, en línea con el que ha sido discurso electoral.
El miércoles había firmado la orden ejecutiva para comenzar “en meses” la construcción del famoso muro en la frontera entre los dos países con el fin, dice el presidente, de frenar la inmigración ilegal, que el nuevo Gobierno estadounidense asocia a la criminalidad y la crisis de las clases medias de Estados Unidos.
Ya existe un muro que separa Estados Unidos y México, físico, -más allá de ese intangible que se acaba de levantar en la era Trump. Es una valla de unos 1.100 kilómetros, que cubre cerca de un tercio de la frontera, obra de presidentes republicanos y demócratas. La nueva barrera física de planea Trump, de gran calado político aunque dudosa eficacia, requiere una inversión multimillonaria, que se estima en una horquilla de entre 14.000 y 20.000 millones de dólares (entre 12.000 y 15.000 millones de euros), y que los contribuyentes estadounidenses tendrán que pagar en primera instancia. Luego, según la Casa Blanca, los mexicanos se harán cargo.
El muro mental de Trump
En su primera entrevista televisiva como presidente, el miércoles por la noche en la Casa Blanca, insistía en esta línea. “Seremos reembolsados más tarde por alguna transacción que hagamos con México”, dijo. Desdeñó la negativa de Peña Nieto: “Tiene que decir eso. Pero te estoy diciendo que habrá un pago. Será de una forma quizás complicada (…) Creo que será bueno para los dos países y que la relación será mejor de lo que ha sido nunca”.
El Gobierno mexicano se encuentra entre la espada y la pared, no puede dar por muertas las relaciones con la primera potencia del mundo, además de su principal socio económico, pero Trump está poniendo a prueba continuamente su dignidad nacional. En plena campaña, después de haber dicho que los inmigrantes indocumentados de este país eran “violadores”, fue recibido en México por Peña Nieto, un encuentro que fue muy criticado por los mexicanos y no sirvió para limar ninguna aspereza. Nada más regresar, el entonces candidato presidencial insistió en que el muro se haría y lo pagarían ellos. Ahora, el incendio se produce a cuatro días de la visita del presidente mexicano.