Rusia ha admitido que ha matado accidentalmente a tres soldados turcos y que hirió a otros 11 durante un bombardeo aéreo contra posiciones del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas) en el norte de Siria. El Ejército de Turquía ha reconocido en un comunicado el incidente, y ha añadido que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha telefoneado a su homólogo turco, Tayyip Erdogan, para pedirle disculpas por estas muertes “no intencionadas” y para mostrarle su tristeza y sus condolencias.
Las muertes se produjeron durante el ataque aéreo a un edificio supuestamente controlado por los yihadistas en la localidad de Al-Bab, en el norte de Siria, donde las fuerzas de Turquía colaboran con las milicias rebeldes para luchar contra el ISIS, según el periódico Hurriyet. “Pero por accidente, tres de nuestros soldados resultaron muertos cuando el edificio en el que se encontraban nuestras fuerzas fue bombardeado”, asegura el comunicado del Ejército turco.
Putin y Erdogan han mantenido una conversación telefónica en la que el presidente ruso ha expresado personalmente su pesar por el error. Ambas partes han acordado llevar a cabo investigaciones para esclarecer lo ocurrido, según la versión del Ejército turco.
El Kremlin, por su parte, informó inicialmente de esta llamada y también de las disculpas de Putin por las “trágicas muertes”, aunque sin mencionar expresamente que se debiesen a la actividad de las Fuerzas Armadas de Rusia. Según este primer comunicado, Putin y Erdogan han acordado mejorar la “coordinación”.
Ankara y Moscú ya vivieron un suceso similar en noviembre de 2015, aunque entonces fueron las fuerzas turcas las que derribaron un caza de la Fuerza Aérea rusa que sobrevolaba la frontera siria. Este suceso derivó en la práctica ruptura de relaciones entre los dos países vecinos.
La relación se ha repuesto y en los últimos meses, de hecho, Rusia y Turquía han hecho un frente común para lanzar varias iniciativas con las que tratar de resolver el conflicto de Siria, a pesar de que ambos países apoyan a bandos rivales sobre el terreno.
La caída del este de Alepo a finales de 2016 y el acuerdo de evacuación de rebeldes y civiles apadrinado por Rusia y Turquía han generado un nuevo escenario regional en la guerra de Siria. Tras casi seis años de combates, las partes contendientes dan muestras de agotamiento e intentan buscar una salida al conflicto, o al menos precisan una pausa para recuperar fuerzas. Pero las repetidas violaciones de la última tregua acordada amenazan con desencadenar un nuevo estallido general de las hostilidades.
En Siria, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, al menos 301.781 personas han muerto y más de dos millones han resultado heridas desde el estallido del conflicto, en marzo de 2011.