Las autoridades turcas han detenido este miércoles a más de 1.000 personas sospechosas de pertenecer al movimiento del imán Fetulá Gülen, rival político del presidente Recep Tayyip Erdogan y acusado de organizar el intento de golpe de Estado del año pasado. El ministro del Interior, Suleyman Soylu, ha dicho que se trata de una red “gulenista” infiltrada en las fuerzas policiales y conocida como “imanes secretos”. “Hasta ahora, han sido arrestados 1.009 imanes secretos en 72 provincias, y la operación sigue en curso”, ha dicho Soylu a periodistas en Ankara. “Es un paso importante para Turquía”, ha añadido.
Más de 1.000 detenidos en Turquía sospechosos de estar vinculados al movimiento ‘gulenista’ Erdogan se impone con un triunfo mínimo impugnado por la oposición
Después del fallido golpe de Estado de julio del año pasado, el Gobierno de Erdogan había puesto en marcha una amplia purga con el arresto de 40.000 personas y el despedido o suspensión de empleo de otras 120.000 entre soldados, policías, profesores y funcionarios públicos, bajo la acusación de estar vinculados con grupos terroristas.
El pasado 16 de abril, Erdogan ganó con un estrecho margen el referéndum convocado para modificar las constitución y ampliar los poderes presidenciales —y cuyo resultado ha sido contestado por la oposición y los observadores europeos—, y extendió durante tres meses más el estado de emergencia en el que vive el país desde el intento de golpe. El Gobierno turco pidió a Estados Unidos, en repetidas ocasiones, que extraditara a Gülen, quien vive exiliado en el país norteamericano desde 1999.
“En Turquía hubo un intento de golpe que tenía el objetivo de derrocar el Gobierno y destruir el Estado”, dijo Erdogan en una entrevista a Reuters el pasado martes. “Estamos intentado erradicar los miembros de FETO [el acrónimo que el Gobierno turco dio a los “gulenistas” y que significa Organizaciones Terrorista Gulenista] en las fuerzas armadas, judiciales y en la policía”, continuó. El presidente turco llegó a comparar la batalla contra Gülen con la guerra contra el autodenominado Estado Islámico y los militantes del partido kurdo PKK, considerado grupo terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos.
Las detenciones masivas llevadas a cabo tras el intento de golpe de Estado encontraron el apoyo de muchos ciudadanos turcos, pero las críticas hacia el Gobierno empezaron a aumentar a medida que los arrestos se extendían. Muchos parientes de los detenidos o despedidos de sus puestos de trabajo aseguraron que sus familiares no tenían nada que ver con el golpe, y que estaban siendo víctimas de una purga diseñada para fortalecer el control de Erdogan.