En estrecha concertación con su primer ministro, Édouard Philippe, conservador histórico, el presidente Macron ha cumplido lo esencial de sus promesas electorales, formando un gobierno donde cohabitan personalidades que hasta ayer mismo militaban en familias políticas enfrentadas.
Al frente de siempre influyente ministerio de economía y finanzas ha sido nombrado Bruno Le Maire, que fue candidato a la presidencia en las primarias del centro y la derecha. Ex ministro de Nicolas Sarkozy, Le Maire encarnaba hasta ayer mismo uno de los rostros más jóvenes de la derecha clásica francesa.
Al frente del ministerio de los ejércitos, una mujer, centrista, Sylvie Goulard, amiga personal de los ministros españoles de asuntos exteriores y cultura. Macron ha decidido cambiar el nombre del ministerio de la defensa, ahora llamado ministerio de los ejércitos. Goulard es una figura europeista de muy primer plano.
Al frente del ministerio del interior ha sido nombrado Gérard Collomb, alcalde de Lyon, un socialista atípico. A sus setenta años, nunca había sido ministro. Socialista rosa muy pálido, Collomb fue uno de los primeros socialistas en «pasarse» a Emmanuel Macron, hace aproximadamente un año.
Al frente de la diplomacia nacional, en el ministerio de Europa y Asuntos Exteriores, según su nueva denominación, Macron ha nombrado a Jean Yves Le Drian, ex ministro de la defensa de François Hollande, otro socialista muy atípico, de un sólido conservadurismo tradicional.
François Bayrou, el primeros líderes centristas que decidió aliarse con Macron, es nombrado de justicia, responsable de la primera reforma de urgencia: un proyecto de Ley destinado a «moralizar» la vida política francesa.
Nicolas Hulot, un ecologista histórico, es la «guinda» del nuevo gobierno francés. Hulot es un ecologista muy militante, pero tradicionalmente alejado de todos los partidos políticos. Se trata, formalmente, de un personaje de la «sociedad civil», con muy buena imagen entre la opinión pública.
Con una dosis relativamente equilibrada del «conjunto» de las grandes familias políticas francesas, los nombramientos de Édouard Philippe, jefe de gobierno, y Bruno Le Maire, al frente del ministerio de economía, parecen llamados a provocar la más viva inquietud entre Los Republicanos (LR, derecha, el partido de Nicolas Sarkozy), tratándose dos figuras de intachable conservadurismo, «seducidas» por la «tentación» de trabajar con el presidente Macron.