El objetivo del acuerdo es contener el aumento de la temperatura “muy por debajo de los 2º C” respecto a la era preindustrial y “de seguir esforzándose por limitar ese aumento a 1.5º C”, aunque muchos expertos dudan de que se pueda lograr.
Si bien, 2 o 1.5°C son objetivos muy ambiciosos, dado el nivel actual de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) estiman que es necesario reducir las emisiones entre 40% y 70% entre 2010 y 2050 para permanecer por debajo de los 2°C.
El acuerdo no especifica metas obligatorias a cada país, como lo hace el protocolo de Kioto. Cada cual se fija a sí mismo sus propios objetivos de reducción de emisiones para 2025 o 2030.
Calendario
Los planes de acción nacionales evitarían los cataclísmicos +4/5°C previsibles en ausencia de políticas climáticas pero colocarían al planeta en una trayectoria sumamente peligrosa de +3°C.
De ahí la necesidad de revisar esos compromisos, para colmar la diferencia entre 1.5-2°C y 3°C, que corresponden a impactos muy diferentes.
Sobre una base voluntaria se prevé un balance en 2018: las oenegé presionan para que un máximo de países cumplan y revisen al alza sus ambiciones a partir de 2020, sobre todo tomando en cuenta que las tecnologías “verdes” serán más accesibles.
En el acuerdo, la primera revisión obligatoria está prevista en 2025, fecha muy tardía para poder respetar la meta de los 2ºC.
Los países también deben comunicar para 2020 su estrategia de desarrollo de baja cantidad de carbono para 2050.