El Fondo Monetario Internacional advierte de los riesgos que puede entrañar para la economía la crisis política catalana. “Consideramos que las perspectivas actuales para España son positivas. Pero en el caso de prolongarse, las tensiones políticas en Cataluña podrían lastrar la confianza de la inversión y el consumo”, ha declarado la economista jefe de la misión del FMI enviada a España, Andrea Schaechter.
Con solo una breve pero explícita mención en su informe, el Fondo sitúa el desafío soberanista entre los principales riesgos a los que se enfrenta la economía española: “En el ámbito doméstico, deshacer los logros de las reformas podría nublar las perspectivas de crecimiento a largo plazo, los retrasos en la consolidación fiscal limitarán la capacidad de maniobra ante futuros shocks y los movimientos de independencia regionales podrían añadir incertidumbre”, sostiene el documento que todos los años elabora el FMI sobre la coyuntura económica de España, el llamado artículo IV que se confecciona para todos los países a partir de las visitas regulares de los equipos del Fondo.
Y las referencias a la cuestión catalana no acaban ahí. También se recoge una mención velada en un estudio aparte que el organismo dedica a la banca y las instituciones financieras, el conocido como Financial System Stability Assessment, que se lleva a cabo cada cinco años y que en 2012 detectó el agujero en Bankia. Al plantear cuáles son los posibles riesgos a los que se enfrentan las entidades en los test de esfuerzo, el Fondo insiste en que la inversión y el consumo pueden “debilitarse debido a la incertidumbre política”.
Estos informes oficiales se redactan con semanas y meses de antelación. Y los datos económicos suelen recabarse con un cierto retardo, lo que hace todavía difícil ver el impacto económico de la incertidumbre generada en Cataluña. Sin embargo, ante el reciente desarrollo de los acontecimientos, la institución que preside Christine Lagarde ha introducido a última hora estos incisos. En una conferencia telefónica con los medios, la responsable de la misión en España, Andrea Schaechter, no ha querido añadir nada más. Pero parece evidente que la preocupación por Cataluña ha llegado a las altas esferas del organismo radicado en Washington y encargado de asistir a los países en apuros financieros.
Desde el pasado lunes, el ruido generado ha ido en aumento. Caixabank y el Sabadell trasladarán su domicilio social fuera de Cataluña en medio de rumores sobre una fuga de depósitos por el miedo a que estas entidades quedasen fuera del euro. Naturhouse, Oryzon, Dogi, Service Point, Mediolanum y Eurona también abandonan la comunidad. Y Catalana Occidente y Freixenet se lo están planteando si se declara unilateralmente la independencia. En medio de la estampida, el vicepresidente de la Generalitat de Cataluña y conseller de Economía, Oriol Junqueras, aseguró este jueves en la Sexta que “no va a haber una fuga de empresas de Cataluña”. Y añadía: “Vaticinios de este tipo se han hecho otras veces y, de momento, no han sucedido nunca”.
La confianza en la economía tarda mucho tiempo en construirse. Pero puede disiparse en cuestión de minutos. El mensaje del FMI se une al de instituciones como el Banco de España, que advertía la semana pasada de que esta incertidumbre podría incidir “eventualmente en la confianza de los agentes y en sus decisiones de gasto y condiciones de financiación”. O al del think tank económico Funcas, que sostenía que Cataluña es el principal “riesgo político” que encara la economía española. “De prolongarse indefinidamente, el impasse terminaría por afectar a las primas de riesgo y aumentaría la carga financiera que soportan tanto el sector público como el privado debido al elevado endeudamiento”, afirmaba en una nota de mediados de septiembre. En una clara referencia a Cataluña, la Autoridad Fiscal apuntaba este jueves que la deuda pública podría volverse insostenible si empeoran las condiciones financieras.
Agencias de calificación como Standard & Poor’s y Moody’s también han avisado en estos días de que la situación catalana puede acabar debilitando el crecimiento y dañando las condiciones de financiación. En la noche del jueves, Fitch ponía en perspectiva negativa la calificación de Cataluña porque depende de la financiación de España.
El dinero tiene los pies rápidos. Y numerosos representantes empresariales se han prodigado con advertencias sobre el peligro de un parón de las inversiones en Cataluña. El presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Jaime Malet, ya había alertado hace unas semanas de que Cataluña podría perder muchas sedes e inversiones. Pese a no citar casos concretos, el presidente de la patronal catalana, Joaquín Gay de Montellá, y el presidente del Círculo de Empresarios, Javier Vega de Seoane, han señalado que ya se están deteniendo inversiones. El ministro de Economía, Luis de Guindos, incluso explicó que una multinacional del automóvil había interrumpido su entrada en Cataluña, si bien se mostraba convencido de que este bloqueo podría reconducirse. En definitiva, de enquistarse este problema, el consenso es que la recuperación económica podría resentirse al pararse decisiones de compra y de inversión. Y el FMI es el último organismo en apuntarlo.