Miami 3 DIC 2017 Donald Trump ha vuelto a sacar el mazo contra los acuerdos internacionales en problemas globales. Siguiendo a rajatabla su lema nacionalista América primero, el presidente de EE UU ha ordenado la retirada de su país del proyecto en marcha de Naciones Unidas para alcanzar en 2018 un pacto no vinculante con directrices comunes para la gestión humanitaria de movimientos migratorios y de refugiados. “Nuestras decisiones sobre políticas de inmigración serán tomadas por americanos y solo por americanos”, afirmó el sábado en un comunicado Nikki Haley, la embajadora de EE UU ante la ONU.
Añadiendo un capítulo más a su cadena de rupturas con pactos globales, entre ellos el Acuerdo de París contra el cambio climático o el tratado comercial con países del Pacífico, Trump rechaza la conveniencia de una orientación mundial consensuada en torno al fenómeno de los movimientos migratorios, que vive su fase más intensa desde la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad hay unos 65 millones de refugiados –en otros países o en otras zonas de sus propias naciones– expulsados de sus hogares por guerras, conflictos políticos o crisis humanitarias, a lo que se suma un flujo global de inmigrantes de alrededor de 245 millones de personas.
Pese a que el proyecto de la ONU no alterará en asboluto las competencias migratorias nacionales, Haley aseveró: “No es compatible con la soberanía de EE UU”.
El plan de la ONU arrancó en septiembre de 2016 con la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, aprobada por unanimidad por los 193 estados miembros y respaldada por el antecesor de Trump, Barack Obama. Su objetivo fundacional es “cubrir todas las dimensiones de las migraciones internacionales de una manera holística y comprehensiva”, buscando la protección de los derechos humanos de los migrantes y su integración social y económica en los países de destino, apoyando a los países que acogen a más asilados, impulsando el desarrollo en los países de origen, garantizando la escolarización de los menores migrantes o coordinando operaciones de rescate.
Tras conocerse la retirada de EE UU, el presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Miroslav Lajčák, criticó la decisión de Washington afirmando que “ninguna nación podrá gestionar sola las migraciones internacionales” y resaltando el vacío que deja en el plan EE UU, el país que más migrantes acoge: “Su rol en este proceso es clave”, ha dicho.
El secretario general de la ONU, el ex primer ministro portugués Antonio Guterres, considera este proyecto como uno de sus mayores retos para 2018. En agosto, en una reunión sobre la Declaración de Nueva York llamaba a la solidaridad y propugnaba: “La migración segura no puede limitarse a la élite global”. Este sábado, la embajadora Haley argumentó que la declaración contiene elementos “inconsistentes” con los “principios” de la política migratoria de Trump y añadió: “Ningún país ha hecho más que EE UU [por los migrantes] y nuestra generosidad continuará”.
Trump, que en campaña y ya como presidente ha hecho del discurso contra los inmigrantes su bandera, prometiendo completar un muro “grande y hermoso” en la frontera con México, continua con este golpe a las políticas migratorias coordinadas su camino hacia el aislacionismo geopolítico. A la retirada del acuerdo climático y del comercial con 11 países del Pacífico, los dos de mayor peso hasta la fecha, se añaden su reciente abandono de la UNESCO –queda como país observador–, su decisión de no certificar el pacto nuclear con Irán, la quiebra del deshielo con Cuba o la renegociación en curso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá, que podría terminar en ruptura por las condiciones que quiere imponer Trump desde su ideología, el nacionalismo económico.