En medio de un éxodo sin precedentes, muchos venezolanos que desean huir de la hambruna, la delincuencia y el caos en que ha degenerado el régimen de Nicolás Maduro llevan más de un año esperando un pasaporte por la vía oficial, pero quienes pueden y quieren pagar miles de dólares a los funcionarios corruptos del Saime se hacen rápidamente con los documentos, según víctimas, funcionarios y exfuncionarios del Gobierno venezolano e intermediarios de este tráfico ilegal.
Al frenar la emisión de pasaportes, la oposición sospecha que Maduro busca negar el derecho al voto a los más de dos millones de venezolanos que se estima componen la diáspora.
Esa teoría se apoya en el hecho de que Caracas usa los pasaportes para castigar a la población crítica. Las autoridades les han retirado el documento a diputados, artistas y periodistas.
“No es casualidad que esto pase antes de las elecciones presidenciales”, argumenta Lester Toledo, un líder opositor del partido Voluntad Popular, que ahora reside en Madrid. Maduro buscará la reelección en unos comicios el 30 de abril.
Con respecto a quienes siguen en Venezuela esperando su documento de viaje para emigrar, algunos creen que Caracas pretende contener su salida. Pese a ello, miles de venezolanos huyen a pie cruzando a Cúcuta, Colombia, por el puente Simón Bolívar, donde muchos usan una tarjeta de movilidad fronteriza
“Aquí no se habla mal de Chávez”
En Europa, EE UU y Latinoamérica muchos venezolanos han quedado indocumentados a la espera de sus pasaportes, lo que les ha supuesto pérdidas de empleo, separaciones familiares y miedo a la deportación.
Raiza Ramos, que lleva un año esperando en Tenerife la renovación de su pasaporte caducado, afirma que por esta causa no pudo viajar a Venezuela para ver a su madre antes de morir. “Me siento presa”, se lamenta.
“La crisis de Venezuela te afecta aunque estés a 8.000 kilómetros de distancia”, dice Viviana Huerta, de 29 años, que perdió su empleo como publicista en Bilbao por culpa de su falta de documentación.
No tener pasaportes les dificulta todo tipo de trámites, desde renovar su tarjeta de residencia hasta abrir una cuenta de banco o comprar una línea de móvil.
“Me siento completamente desamparada”, se queja Huerta.
La reciente expulsión del embajador venezolano en España como represalia por una medida similar de Caracas, no afecta al personal consular, que sigue en territorio nacional con la misión de asistir a sus compatriotas, aunque estos creen que no defienden sus intereses, sino los del régimen. En el Consulado General de Venezuela en las Islas Canarias los visitantes son recibidos por un cartel con una prohibición: “Aquí no se habla mal de Chávez”.
Venezuela no da cifras de emigrantes por lo que es complicado estimar cuántos de sus más de 30 millones de habitantes se han ido, pero cifras oficiales de diversos países muestran que cientos de miles lo han hecho desde 2015. Ya sea por ineficiencia, fines políticos o por el incentivo de la corrupción, el Saime no ha respondido a la avalancha de solicitudes.