A medida que pasan las horas y trasciende el balance de las negociaciones migratorias bilaterales, el miedo al derrumbe del Ejecutivo de Berlín pierde intensidad. La canciller alemana, Angela Merkel, ha informado a sus socios de coalición del Gobierno que hasta 14 países de la UE se han comprometido a acelerar la devolución de demandantes de asilo que lleguen a Alemania pero estuvieran registrados en otros países europeos, según informó la agencia alemana de noticias. La Unión Social Cristiana (CSU), el partido conservador bávaro hermanado y ahora enemistado con el de Merkel, ha impuesto un ultimátum a la canciller que expira este domingo para que alcanzara compromisos con los socios europeos que le permitan enviar de vuelta a refugiados a otros países de la Unión.
El Süddeutsche Zeitung, que también ha tenido acceso a la carta, indica que Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Luxemburgo, Holanda, Portugal, Polonia, Suecia, República Checa, Hungría, Estonia, Letonia y Lituania formarían parte de la lista, que incluye a países que se han opuesto tajantemente a la política de puertas abiertas. No figurarían sin embargo Austria ni Italia. La misiva habla según la transcripción de la prensa alemana de “compromisos políticos”. A esos países se sumarían a España y Grecia, que ya el viernes anunciaron un pacto con la canciller para permitir el regreso de demandantes de asilo de Alemania.
La publicación de la carta se vio en seguida rodeada de cierta confusión al negar el gobierno húngaro que hubieran logrado ningún entendimiento con Merkel. “No se ha alcanzado tal acuerdo”, aseguró Zoltan Kovacs, portavoz del Ejecutivo húngaro citado por la agencia Reuters. La República checa también desmintió formar parte del grupo de países dispuestos a pactar con Merkel. En cualquier caso, la negociación de la letra pequeña de los acuerdos llevará cierto tiempo, como adelantaron fuentes oficiales alemanas esta semana.
Alemania ha recibido cerca de un millón de refugiados desde 2015 y aunque las solicitudes de asilo han caído en picado —222.683 en 2017 frente a 745.545 del año anterior— la migración ha vuelto a la primera línea del debate político empujada por el calendario electoral alemán. Baviera, el próspero Estado del sur de Alemania celebrará sus elecciones regionales el próximo 14 de octubre. En ellas, la CSU se juega su mayoría absoluta debido al empuje de la extrema derecha y su discurso antiinmigración.
En este contexto, Horst Seehofer, líder de la CSU y ministro del Interior, Construcción y Patria, ha amenazado con expulsar en la frontera a los migrantes que hubieran solicitado asilo en otro país de la UE si en dos semanas la canciller no daba con una fórmula para mantener fuera del país la llamada “migración secundaria”, los refugiados que circulan dentro de la UE. En estos quince días, Merkel ha negociado contra reloj en la UE una solución para lograr aplacar a su ministro del Interior y evitar que se embarque en una decisión unilateral que abocaría a la ruptura del Gobierno alemán.
Berlín anunció el viernes que había alcanzado sendos pactos con España y con Grecia para acelerar la devolución de demandantes de asilo, tal como contempla el artículo 36 del reglamento de Dublín. El sábado ha trascendido que los compromisos son de mucho mayor alcance. La agencia de noticias alemana DPA cita una carta de cocho páginas que Merkel ha enviado a los miembros de la coalición de Gobierno (los socialdemócratas, además del bloque conservador CDU/CSU) en la que informa del “compromisos a nivel político” de hasta 14 países para acelerar las devoluciones.
Los datos oficiales publicados en respuesta a una pregunta parlamentaria indican que Alemania solicitó el año pasado 64.267 devoluciones de demandantes de asilo registrados en otros países de la UE. De esas solicitudes, el 35% fueron dirigidas a Italia. Apenas un 15% de las solicitudes alemanas terminan por ejecutarse, según las cifras de este año y la idea es mejorar con los actuales compromisos esa cifra.
Según la carta citada en los medios alemanes, los demandantes que lleguen a Alemania serán trasladados a los llamados “centros ancla”, donde se procesarán sus solicitudes. Dichos centros son una de las medidas estrella del plan migratorio de Seehofer, cuya presentación pública se vio obligado a cancelar debido a la negativa de la canciller a su propuesta de rechazar a migrantes en la frontera. Aquella cancelación fue el inicio de la grave crisis política que vivirá este domingo su posible desenlace. El 1 de julio se cumple el ultimátum bávaro y la CSU tiene previsto reunirse por la tarde para analizar el resultado de las negociaciones de la canciller con sus socios europeos.
El primer ministro bávaro, Markus Söder, máximo representante del ala más ultra dentro de la CSU, ha dicho el sábado que “en Bruselas se ha conseguido más de lo que originalmente se pensaba”. En una reunión ante representantes locales de su partido aprovechó para capitalizar los logros de la canciller e interpretar que sin la presión bávara la cumbre europea no habría logrado acuerdos tangibles. “Baviera ha empujado mucho”, consideró Söder.