China sigue con la escalada de amenazas comerciales contra Estados Unidos en forma de aranceles, aunque por primera vez no iguala el órdago de Donald Trump. Pekín anunció este viernes su intención de gravar productos importados desde este país por valor de 60.000 millones de dólares (unos 51.700 millones de euros), en respuesta a la propuesta de Trump de tasar con un tipo arancelario del 25% mercancías chinas por valor de 200.000 millones de dólares.
En un comunicado, el Ministerio de Comercio chino alegó que la medida es “necesaria para defender la dignidad del país y los intereses de sus ciudadanos”. Los productos en la diana son más de 5.200, centrados en el sector agrícola o el químico, y serán gravados con tasas que oscilan entre el 5% y el 25%. La entrada en vigor de esta nueva ronda de tarifas queda sujeta a que Washington ponga en marcha la suya, a modo de contraataque. El tipo más bajo afecta a bienes como los aviones o los ordenadores, mientras que el más alto azota a productos como la carne, el trigo, el vino o el gas natural licuado.
El anuncio de estas nuevas medidas proteccionistas avivan un conflicto comercial en el que ni Pekín ni Washington han mostrado señales de querer recular y sin que se hayan producido negociaciones formales desde el mes de mayo. Sin contar otros conflictos muy específicos, han entrado en vigor dos grandes rondas de aranceles: La primera, más tímida, de unos 3.000 millones de dólares por cada lado (Estados Unidos al acero y aluminio, China a ciertos productos agrícolas); y la segunda, que dio formalmente por inaugurada la guerra comercial, de unos 34.000 millones (Estados Unidos a productos de alta tecnología, China a mercancías agrícolas y energía). En cuestión de pocas semanas, quizás días, otro dardo proteccionista que afecta a 16.000 millones de dólares de mercancías chinas debería ser aprobado en Washington, mientras Pekín dice tener también preparada una represalia equivalente.
Trump decidió entonces redoblar la presión sobre China con el encargo de tasar mercancías por valor de 200.000 millones de dólares adicionales. Ante este órdago, por primera vez China no ha amenazado con medidas de la misma intensidad, básicamente porque el país no importa tal cantidad de productos estadounidenses. En proporción, sin embargo, ambos países se encaminan hacia tasar la mitad del volumen de su comercio bilateral, que en 2017 superó los 600.000 millones de dólares (unos 518.000 millones de euros).
EE UU eleva el tono
El equipo de Trump reaccionó con amenazas a la posible represalia china pese a que no iguala el valor que podría gravar EE UU al gigante asiático. “Más vale que no subestimen al presidente. Se va a mantener firme”, dijo Larry Kudlow, que dirige el Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, informa Joan Faus desde Washington.
En una ronda de entrevistas televisivas, Kudlow recordó que EE UU ha llegado a un acuerdo preliminar con la Unión Europea que paraliza su guerra comercial y está acercándose a un pacto con México y Canadá. “China está crecientemente aislada con una economía débil”, afirmó.
En el comunicado del Ministerio de Comercio chino se observa, sin embargo, un tono menos beligerante de lo habitual. “China siempre cree que las consultas sobre la base del respeto, la igualdad y el beneficio mutuo son una forma efectiva de resolver las diferencias comerciales. Cualquier amenaza o chantaje unilateral solo conducirá a la intensificación de conflictos y dañará a los intereses de todas las partes”, dice.
Otro indicador da señales de que China está alcanzando los límites de lo que puede permitirse en materia de aranceles: mientras Trump ha prometido un tipo único del 25% para estas mercancías por valor de 200.000 millones, Pekín gravará sus 60.000 millones con tasas de entre el 5% y el 25%. “Estas contramedidas (…) son racionales y contenidas. Se presentan después de haber escuchado a fondo varias opiniones y evaluar cuidadosamente su impacto, especialmente teniendo en cuenta factores como el bienestar de las personas, la resistencia de las empresas y el mantenimiento de la cadena industrial y de valor global”, alegó el Ministerio.
En las últimas semanas, el Gobierno chino ha puesto en marcha varias medidas para contrarrestar un crecimiento económico a la baja y el posible efecto sobre este del endurecimiento del conflicto comercial con Estados Unidos. Entre ellas está una mayor inversión en infraestructuras o la bajada de impuestos a las empresas.