La pelea entre Trump y Erdogan sube de voltaje. En pleno deterioro de las relaciones entre dos viejos aliados, el presidente de EE UU ha anunciado este viernes en Twitter que ha dado la orden de castigar a Turquía con una severa subida de aranceles. Su mensaje ha llegado menos de una hora después de que el presidente turco Erdogan llamase en su país en un acto público a luchar contra la guerra económica de Washington y cambiar dólares y oro por la moneda de su nación para relanzar su valor.
“No teníamos problemas económicos reales, pero fuimos blanco de ondas financieras inestables artificiales”, ha asegurado el mandatario turco durante un discurso público en la provincia de Bayburt, en el este de Anatolia. “No perderemos esta guerra económica. El dólar no puede cortarnos el camino. Responderemos con nuestra moneda nacional. Debemos cambiar por liras los dólares y el oro que tengamos bajo el colchón”, ha agregado.
Erdogan ha repetido así una sugerencia realizada por primera vez en diciembre de 2016 para controlar la pérdida de valor de la moneda turca, y que desde otoño pasado viene repitiendo con frecuencia, sin surtir efecto. Durante la hora que duró su discurso, la lira se volvió a depreciar de forma aguda, pasando de 5,92 a 6,24 unidades por dólar. “Esto es una lucha nacional. Podemos tener dificultades durante un par de días, pero las superaremos”, ha prometido el presidente, reelegido a finales de junio.
Trump ha reaccionado una hora después de que finalizara el discurso de Erdogan. “Acabo de autorizar que se le doblen las tarifas al acero y al aluminio a Turquía”, ha escrito el republicano, que hizo ver que la medida busca apretarle las tuercas al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan en un momento en que la lira turca, en palabras del mandatario de EE UU, “¡se desliza hacia abajo rápidamente frente a nuestro fortísimo dólar! El aluminio y el acero turcos tendrán ahora unas tasas impositivas para su importación a EE UU del 20% y el 50% respectivamente. Después de los comentarios del líder estadounidense la lira turca ha registrado una caída dramática del 20% frente al dólar, que posteriormente se ha estabilizado en un desplome del 14%, una de las mayores caídas en un solo día que ha registrado nunca una moneda sujeta a un tipo de cambio flotante.
“¡Nuestras relaciones con Turquía no son buenas en estos momentos!”, cerró Trump su tuit. La semana pasada Washington anunció sanciones a altos cargos del Ejecutivo de Erdogan por el caso del pastor Andrew Brunson. El ministro de Justicia, Abdulhamit Gul, y el del Interior, Suleyman Solu, fueron castigados por el Departamento del Tesoro de EE UU por orden directa de Trump. Se les congelará cualquier activo que tengan en EE UU y no podrán hacer negocios con sus ciudadanos.
En un comunicado publicado este jueves, el Ministerio de Finanzas de Turquía expresó su confianza en que la economía del país mantendrá para 2019 un ritmo de crecimiento “de entre el 3% y el 4%“, añadiendo que el déficit por cuenta corriente será inferior al 4% del PIB. En cuanto a la situación de los mercados, el Ministerio defendió que “el sistema bancario turco cuenta con una estructura de capital que le permitirá gestionar de maneta eficaz las fluctuaciones, tal como ha sucedido en otras ocasiones”.
Los expertos atribuyen la depreciación de la moneda turca a la fragilidad de la economía del país euroasiático, basada sobre todo en el consumo interno, con un alto déficit comercial y necesitada de inversiones extranjeras, además de a la negativa de las autoridades turcas a aumentar los tipos de interés.
El Gobierno de Estados Unidos anunció hace una semana la imposición de sanciones económicas contra los ministros turcos de Justicia, Abdülhamit Gül, y de Interior, Suleyman Soylu, por su papel en el arresto en Turquía del pastor protestante estadounidense Andrew Brunson. La Fiscalía turca pide hasta 20 años de cárcel para el pastor estadounidense al considerar que tiene lazos con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la guerrilla secesionistas kurda de Turquía, y que está vinculado también con la red del predicador islamista Fethullah Gülen, exiliado en EE UU, a quien Ankara culpa del fallido golpe de Estado de 2016 y Washington se niega a extraditar.