Miercoles, 9 de Abril del 2025
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Bacteria se está devorando las murallas de Cartagena

Publicado el 03/09/18

Estudio de la Universidad de Cartagena reveló que una bacteria que habita en las piedras de coral, material base del que están construidas las murallas de la Ciudad Heroica, devora en silencio el monumento nacional.

“Tenemos que actuar de manera urgente contra La Concha Negra, una enfermedad que ataca a los monumentos históricos de América y el Caribe, de ciudades que presentan una alta humedad y altas temperaturas como Cartagena de Indias. El clima cartagenero es un clima perfecto para la proliferación de algunos tipos de algas, bacterias, líquenes y material biológico que vive en el interior de las murallas. Lamentablemente este material biológico se alimenta de la misma roca”, señaló Alba Barbosa, investigadora de la universidad.

“Actualmente las murallas se encuentran en grado II de deterioro, esta es una escala empírica que mundialmente se usa en áreas inmóviles. Esto significa que hay cristalización masiva y que dentro de la roca ya hay fractura interna que es urgente controlar. En algunos sitios de la muralla ya se observa deterioro y oquedades”, agrega la investigadora.

Además, el paso de buses y carros de carga pesada también estaría afectando el cordón amurallado.

“El sistema masivo de transporte ejerce efectos sobre la muralla y sus cimientos porque las vibraciones que se transmiten por el suelo llegan como una honda a las estructura que poco a poco sede en los materiales y que seguramente desestabilizan algunos tramos y sectores”, señala el ingeniero Jorge Álvarez.

La primera piedra de lo que sería la construcción de las murallas de Cartagena fue puesta el 8 de septiembre de 1614 . Una obra que solo terminaría dos siglos después con la independencia, pero que elevó a su pueblo al título de Ciudad Heroica.

Este sería el primer epílogo para la construcción de las fortificaciones militares concebidas por ingenieros italianos, pero levantadas con sudor y sangre por las manos de miles de negros esclavos: una obra arquitectónica que marcó el rumbo de la historia de Colombia.

La dinastía de los ingenieros italianos militares Antonelli hicieron los primeros diseños y posteriormente lideraron el montaje de ingeniería de la primera fase de las fortificaciones.

Los primeros diseños de las murallas fueron hechos por puño y letra de Bautista Antonelli, en el año de 1594, un ingeniero de la marina italiana que tenía experiencia traída de la construcción de murallas en El Mediterráneo, agrega el investigador italiano Claudio Babuscio, residente en Cartagena y expositor invitado a los eventos de este mes.

Fue ante las necesidades de esta gran obra que en la isla Tierrabomba nacieron las primeras canteras de donde salió la piedra para la construcción de las murallas, además del municipio de Turbaco y otros corregimientos aledaños se trajo material.

El 12 de febrero de 1618 sobrevino un terrible temporal de norte que los cartageneros jamás habían vivido. La furia que vino del océano duró 12 días, durante los cuales cuatro baluartes que estaban a una altura de entre ocho y trece pies, pero aún frescos en sus cimientos, fueron derribados por la furia de la tormenta.

“Cayeron quinientos pies de muralla; barracas tan altas como las de Santa Catalina, hasta donde el mar nunca había llegado. El agua entró y se comió más de cien pasos, y por estar los baluartes y cortinas terraplenadas por dentro con arena, a causa de la falta de buena tierra en toda la isla, y por estar tan bajos y la obra tan fresca, la tormenta los acapilló. Se metió el mar por encima, empapándose la arena de agua y, en el combate del agua por dentro y por fuera, la obra se cayó”, describirá el español Cristóbal de Roda en una misiva enviada al rey.

El gran legado de la arquitectura militar italiana en esta edificación es el sistema de protección basado en baluartes. En este, las fortificaciones tienen salientes en forma de flecha desde donde los cañones pueden apuntar en todas direcciones, formando un fuego cruzado que hizo inexpugnable la ciudad.

No obstante, había que fortificar toda la bahía y, en el siglo XVIII hubo una evolución del sistema, que es perfeccionado por la Escuela Iberoamericana, que montó obras como las bóvedas del barrio San Diego, o las baterías colaterales del Castillo de San Felipe, cuyo bonete central había sido construido en 1657. Incluso la Torre del Reloj también llega con esta escuela militar ibérica.

FUENTE: EL TIEMPO



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