La holgada ventaja del ultraderechista Jair Bolsonaro sobre su rival, el progresista Fernando Haddad, se reduce a tres días de la cita de las urnas. Según la nueva encuesta de Datafolha, el apoyo a Bolsonaro de cara a la segunda vuelta electoral del domingo —de la que saldrá el nombre del próximo presidente de Brasil— ha caído del 50% de la semana pasada al 48% de este jueves. Por su parte, la intención de voto para Haddad —sustituto de Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT)— ha subido del 35% de la semana pasada hasta el 38% actual. La distancia entre ambos ha pasado de 15 a 10 puntos: una cifra todavía muy abultada a solo 72 horas de la cita con las urnas. En el cara a cara directo, la brecha entre ambos cabezas de cartel es de 12 puntos: 56% de Bolsonaro por el 44% de Haddad.
Los movimientos son demasiado tímidos como para hablar de cambios en el resultado que arrojen las urnas este domingo, pero sí pueden tener un profundo impacto en el futuro cercano de la primera potencia latinoamericana. Todos los sondeos siguen dando prácticamente por sentado que Bolsonaro saldrá de las elecciones del domingo como presidente, pero no es lo mismo que lo haga con un 50% de los votos que con un 60%. Lo mismo ocurre con Haddad: si de verdad está condenado a liderar el banquillo de la oposición, su margen de maniobra para plantar cara a un presidente violentamente antidemocrático como Bolsonaro no será el mismo con un 30% de apoyo que con un 40%.
Esa ha sido la pugna en los últimos días de esta larga y tensa campaña. Haddad se ha centrado en mantener a la izquierda unida en São Paulo y en Río de Janeiro, las dos mayores ciudades del gigante sudamericano y que acogen a grandes nombres del PT y sus aliados. A estas alturas, su objetivo es rebañar todos los votos nulos que pueda, los de esa multitud de personas que todavía se niega a votar a su partido tras su debacle en los últimos años. Es la única fuente de votos que le permitiría crecer. Y la estrategia es no hacer campaña solo por el PT, sino directamente por la democracia brasileña: que el mayor número posible de pesos pesados de la izquierda y la intelectualidad internacional recuerden que, vista la amenaza autoritaria de Bolsonaro, cualquier voto que no sea para Haddad solo servirá para empeorar el desastre que se avecina el domingo.
Por su parte, Bolsonaro se ha mantenido fiel a su estrategia de exponerse lo menos posible y de hacerlo solo en contextos extremadamente controlados: ha seguido apareciendo en las retransmisiones diarias de su página de Facebook y concedió, este jueves, una rueda prensa, para matizar su reciente anuncio de que retirará a Brasil del Acuerdo de París contra el cambio climático. Pero cualquier comentario mal medido puede ahuyentar a los pocos indecisos que quedan (un 6% según Datafolha) o a aquellos que declaran que votarán nulo (8%). Y lo que es peor para sus intereses: empujarlos a votar a Haddad. Eso sí comprometería lo que auguró la primera vuelta: un inmenso poder sobre Brasil.