Tres personas han muerto, una de ellas un agente de policía, tras ser alcanzadas por las balas de un pistolero que también ha caído muerto, en el interior del hospital Mercy, en el sur de Chicago. El tiroteo empezó en el exterior del centro sanitario, en el aparcamiento, cuando un hombre la emprendió a balazos contra su novia. Le disparó al menos tres veces, según testigos.
Dejando atrás el cuerpo de la mujer, el hombre siguió pegando tiros hasta irrumpir en el interior del hospital, donde mató a un agente de policía y a otra persona. Tanto la mujer, que quedó tendida vestida con una bata verde, como la tercera víctima eran personal médico del centro. A continuación, el pistolero abrió fuego contra otros agentes, y una bala alcanzó la cartuchera de uno de ellos. El sospechoso falleció de un tiro en la cabeza. En la noche del lunes no estaba claro si se lo disparó él mismo o uno de los agentes.
Un testigo, citado por Associated Press, aseguró que el hombre, armado con una pistola de calibre 9 milímetros, abría fuego indiscriminadamente en todas direcciones, obligando a decenas de pacientes a correr por los pasillos o a echarse al suelo. La policía acordonó un amplio perímetro alrededor del hospital desde la media tarde del lunes.
El personal del hospital de Mercy, de 292 camas, está acostumbrado a atender a heridos de bala, algo tristemente frecuente en Chicago, particularmente en los distritos del sur donde se encuentra el centro. Chicago ha registrado 488 asesinatos en lo que va de año, más que ninguna otra ciudad de Estados Unidos, pero un 18% menos que el año pasado. Solo en el pasado fin de semana hubo una veintena de tiroteos en la ciudad.