Magali Dion tiene serios problemas para contratar nuevos empleados para Cerpajo, la explotación agrícola que regenta en Saint-Liboire (Quebec, este de Canadá). “Tenemos dificultades para contar con personal. Hace falta gente en muchos centros de la zona”, relata a EL PAÍS desde su explotación, centrada en la producción de maíz, soja y hortalizas. “Necesitamos encontrar cinco trabajadores más para operar con normalidad”, se lamenta. Su situación no es ni mucho menos única: mientras medio mundo se afana en reducir su tasa de paro, en Canadá las cosas lucen bien distintas.
El desempleo está en el 5,6%, su nivel más bajo desde 1976. Y en el último año se han creado 219.000 puestos de trabajo, un 1,2% más que en los 12 meses anteriores. El optimismo en torno al empleo es, en fin, creciente. Sin embargo, esta buena noticia tiene su envés: el país norteamericano no da abasto para cubrir la demanda de trabajadores en algunos sectores de su economía.
Las informaciones sobre vacantes en obras de construcción en la Columbia Británica (oeste) o en plantas de transformación de alimentos en New Brunswick (este) se han convertido en una constante. También las dificultades para encontrar chóferes que se pongan al volante de los camiones de carga en Manitoba (centro), operarios para instalaciones eléctricas en Saskatchewan (centro) y jornaleros que se hagan cargo de los cultivos de Quebec: Canadá necesita más trabajadores para alimentar una economía en plena forma, que acumula ya ocho años seguidos de crecimiento y que debería cerrar el ejercicio en curso con un alza superior al 2%.
Los problemas para encontrar trabajadores que cubran las vacantes se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza, muy especialmente, para los pequeños y medianos empresarios. La semana pasada, un informe de la Federación de Negocios Independientes de Canadá (CFIB, por sus siglas en inglés) puso cifras a una escasez de fuerza laboral que no ha dejado de crecer. En los últimos cuatro meses, unos 430.000 empleos en pequeñas y medianas empresas no se han podido ocupar por falta de candidatos. En un año, las vacantes sin cubrir han aumentado del 2,9% al 3,3%, según los datos del CFIB, que reúne a más de 110.000 empresarios. “La tasa supera las marcas registradas antes de la crisis financiera de 2008”, indica Simon Gaudreault, director de investigación nacional de la federación. El estudio confirma, además, los nombres de los sectores más afectados por la falta de mano de obra: servicios profesionales, construcción, agricultura —bien lo sabe Magali Dion— e hidrocarburos.
“Necesitamos soldadores y mecánicos”, cuenta Laurence Tardif, directora de recursos humanos de KTG, una empresa que fabrica instalaciones de acero para diversas industrias. La firma, con sede en Mont-Laurier (Quebec), no para de difundir sus vacantes en bolsas de trabajo y centros de enseñanza. También participó —junto con decenas de compañías— en la misión de reclutamiento en Francia organizada por el Gobierno de Quebec en mayo pasado. Sin suerte. “Las personas deben contar con la formación necesaria”, precisa Tardif. “La mano de obra es una problemática muy grande”, concuerda Cindy Virasack, directora de Recursos Humanos del fabricante quebequés de componentes metálicos Métalus.
Casi cuatro de cada 10 pymes canadienses tienen problemas para contratar los trabajadores que requieren, según un reciente informe del Banco de Desarrollo de Negocios de Canadá. “La gente se está jubilando y no somos capaces de remplazar sus habilidades”, afirma Jocelyn Bamford, vicepresidenta de Automatic Coating, una firma de Ontario especializada en recubrimientos para tuberías, al diario The Globe and Mail. El sueldo medio por hora en los nichos de empleos con vacantes ronda los 21 dólares canadienses (15,7 dólares estadounidenses, casi 14 euros), según las cifras oficiales. Valores, en ambos casos, notablemente superiores a los salarios mínimos en las principales provincias del país.
Crecimiento económico y pirámide demográfica
El despunte económico y el envejecimiento de la población están detrás de esta creciente escasez de mano de obra. ¿Qué hacer ante este panorama? Las soluciones propuestas por los especialistas en mercado de trabajo pasan por mejorar los incentivos salariales y, sobre todo, por abrir un poco más la mano a la inmigración. En noviembre de 2017, el Gobierno de Justin Trudeau anunció un plan de tres años para aumentar la llegada de trabajadores extranjeros: según sus planes, este año Canadá debería recibir algo más de 300.000 personas, en 2019 serán 330.000 y en 2020, 340.000. Unas cifras nada despreciables para un país de menos de 40 millones de habitantes, pero cuya progresión está lejos de lo que le gustaría al consejo consultivo en materia de crecimiento económico: llegar a 450.000 inmigrantes en 2021.
En paralelo, se mantienen diversos programas para la atracción de trabajadores temporales. En 2017, el país norteamericano emitió 286.000 visas de este tipo, y la tendencia va a más. “Estamos considerando la posibilidad de contratar mano de obra temporal. Varias granjas de la región ya lo hacen, pero el problema está en las cuotas y en las fechas de validez de las visas”, afirma Magali Dion, la propietaria de la explotación agrícola de Saint-Liboire.
La escasa flexibilidad, añaden tanto las cámaras industriales y comerciales como los analistas del mercado de trabajo canadiense, es el gran pero: el aumento de las cuotas migratorias, dicen, es una buena señal, pero debe acompañarse de otras políticas, como atraer a más inmigrantes fuera de los grandes centros urbanos para fomentar el desarrollo del campo. También inciden en la necesidad de cambiar los criterios de selección de los perfiles de trabajadores extranjeros. “Debe hacerse sobre la base de la empleabilidad y no en función del nivel de formación académica”, apunta Stéphane Forget, presidente de la federación de cámaras de comercio de Quebec, en un comunicado. Esto obedece a un problema común: miles de inmigrantes no encuentran empleo con rapidez al llegar a Canadá o deben desempeñar funciones distintas de su profesión original.
Quebec es una de las provincias que más está sufriendo la escasez de mano de obra. De las 430.000 vacantes en todo Canadá, casi 118.000 están allí. “Vivimos una fase de penuria en la mano de obra. Las fábricas no llegan a cumplir con sus metas. Es muy claro que la solución no pasa por disminuir las cuotas de inmigración”, cierra, en un comunicado, Véronique Proulx, consejera delegada de Manufactureros y Exportadores de la región francoparlante.