Rusia ha acusado este jueves de espionaje al exmarine estadounidense Paul Whelan, de 48 años, detenido el pasado 28 de diciembre, según ha informado la agencia de noticias rusa Interfax. El FSB (el antiguo KGB) afirmó en un comunicado que le había arrestado en la capital rusa “mientras realizaba labores de espionaje”. El Kremlin no ha especificado en qué consistían esas actividades.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha dicho el miércoles que la Casa Blanca esperaba una explicación de por qué Rusia detuvo a Whelan y que exigiría su regreso inmediato si se determinaba que su detención había sido improcedente. “Les hemos dejado claro a los rusos nuestra esperanza de poder obtener más información sobre los cargos y entender de qué se le acusa”, ha manifestado Pompeo.
El embajador de Estados Unidos en Rusia, Jon Huntsman, se reunió el mismo miércoles con el detenido en la prisión de Lefortovo, en Moscú. Huntsman ha señalado que su Gobierno, a través de canales diplomáticos, había expresado al Kremlin su “preocupación por la demora en el acceso consular”, ocurrida cinco días después de la detención.
Whelan trabaja como director de seguridad de la empresa estadounidense de componentes para automóviles BorgWarner. La familia del exmarine ha afirmado que este estaba de visita en Moscú para la boda de otro marine retirado en el momento de la detención y que es inocente de los cargos de espionaje. Bajo la ley rusa, una condena por este cargo puede conllevar sentencias de entre 10 y 20 años en prisión.
El arresto se produjo en medio de las crecientes tensiones entre el Kremlin y la Casa Blanca por la injerencia rusa en las elecciones estadounidenses en 2016 y también por el caso de la ciudadana rusa Maria Butina, de 30 años, detenida el pasado julio en el país norteamericano y quien se declararó culpable el 13 de diciembre de un cargo de espionaje presentado contra ella en un tribunal federal de Washington.