“Todos somos Juanfer”. Así tituló en portada, con foto sonriente del protagonista, el diario deportivo Olé de Argentina su edición del pasado martes 19 de marzo, donde recoge las voces de aliento que desde diferentes rincones del mundo y por diferentes vías le han llegado al futbolista colombiano Juan Fernando Quintero, del registro de River Plate, tras la infortunada lesión que sufrió el pasado domingo 17 de marzo, además de sintetizar el cariño inmenso que se le tiene al jugador.
Las voces de aguante han llegado tanto de gente del fútbol, como sus colegas Falcao García, capitán de la Selección Colombia, y James Rodríguez, su amigo entrañable desde niño, pasando por técnicos como Marcelo Gallardo, su actual entrenador, y Gustavo Alfaro, de Boca Juniors, quienes se suman a los miles y miles de aficionados, principalmente de Colombia y Argentina, que lo están alentando día tras día como paliativo para pasar de la mejor manera este trago amargo, pero sobre todo para fortalecerlo y desearle un revitalizado retorno a las canchas.
Y es que si alguien sabe de aguante, de valor y de enjundia es precisamente Quintero, quien desde niño ha tenido que afrontar dificultades de todo tipo, a las cuales gracias a su entorno familiar y carácter siempre ha doblegado, empezando con la pérdida de su padre, Jaime Enrique, cuando apenas tenía siete años.
Nacido en Medellín un 18 de enero de1993 y criado en una de sus comunas, Juanfer se refugió en su familia, su madre y sus tíos como guías, para tomar el camino correcto, en su caso no recto sino redondo, porque fue un balón de fútbol el motor que hoy lo tiene como uno de los jugadores más exquisitos del planeta.
Sus primeros compases y toques de magia se dieron en el tradicional Torneo Pony Fútbol de su ciudad natal, donde lo empezaron a llenar de elogios e inmediatamente fue fichado por el Envigado, club que lo fue promocionando de categorías rápidamente, al punto que a los 17 años ya se estrenaba en primera división. Aquí los percances de la vida lo volvieron a probar, ya que por un lado no fue convocado a la Selección Colombia Sub-17, porque según el técnico de ese entonces, su talla no le daba para ser jugador de élite, a lo que se sumó una grave lesión –rotura de peroné-, que lo sacó de la actividad por un tiempo.
Pero Quintero, tal vez picado en su orgullo y ya plenamente restablecido, volvió a las canchas cuatro meses después, con más madurez y en otra gran demostración de perseverancia y convicción, para consolidar una notable campaña con el cuadro ‘naranja’, que le sirvió para que Atlético Nacional se fijara en él.
Y fue precisamente allí, en las toldas verdes, donde el popular ‘Quinterito’ literalmente la ‘rompió’, para que con apenas 19 años se diera el gran salto a Europa, aterrizando en el Pescara de Italia.
A la par de su llegada a Europa, Juanfer empezó a lucir su zurda prodigiosa y sus dotes de crack vistiendo la camiseta nacional, y gracias a su aporte Colombia obtuvo el título de campeón en el Sudamericano Sub-20, que se realizó en el 2013.
Pero igual, en su lucha por salir adelante, nuevamente debía volver a probar de qué estaba hecho, esta vez en las lejanas tierras del ‘Viejo Continente’. Dura etapa que también lo llevó al Porto de Portugal y al Stade de Rennes en Francia, en cuatro años con muchos altibajos pero donde se mantenía gracias a sus pincelazos de fútbol arte, que dejaban a más de uno con la boca abierta. Además, su rúbrica se seguía estampando con la Selección Colombia, esta vez en la de mayores, lo que le alcanzó incluso para anotar gol en el Mundial Brasil 204, con apenas 21 años.
Sin embargo, algo propio de la juventud lo sacó de foco: el amor por la música urbana, que desencadenó en que el fútbol pasara a segundo plano, lo que finalmente redundó en que estuviera parado casi seis meses tras su paso por Europa.
Pero el balompié ha sido el surtidor de sus oportunidades de vida, como el mismo Juanfer lo reconoce, y en el 2016 el Independiente Medellín decide repatriarlo, rescatarlo y mostrarle que definitivamente esto es lo suyo, al punto que fue declarado el mejor jugador de la Liga en su paso por la divisa roja de Antioquia.
Disparado nuevamente, al inicio del 2018 llega a River Plate de Argentina, uno de los clubes más populares del mundo, donde fiel a su luchada vida, de nuevo tuvo que remar contra la corriente, porque a pesar de sus excelentes antecedentes, las críticas no se hicieron esperar, nuevamente por su pequeña talla y un supuesto sobrepeso.
Pero no fue sino que volviera a su estado de forma, para que empezara a repartir tapabocas entre la crónica deportiva argentina, que no tuvo otra que posarse a sus pies y empezara a cambiar los epítetos negativos por adjetivos superlativos gracias a su calidad en el terreno de juego.
Todo esto le valió para que José Pékerman, técnico de Colombia, decidiera contar con Quintero nuevamente en un Mundial, y en Rusia 2018, su pie izquierdo la volvió a hacer con un gol de tiro libre inédito en la historia de las citas orbitales.
De ahí en adelante todo venía siendo una locura tras su retorno a River. Grandes actuaciones, goles inimaginables que retan la física, fútbol de fantasía, rey del pase-gol y su logro mayor: conducir a la divisa de la ‘banda roja’ al título de la Copa Libertadores.
Y hoy, en el clímax de su carrera deportiva, con apenas 26 años y mucho camino por recorrer, el dios del fútbol le pone un nuevo alto en el camino y saca de la Copa América 2019 a este pequeño pony que fue creciendo en todos los aspectos de la vida hasta convertirse en un pura sangre, que luce orgulloso a su espalda el dorsal número 10 que Juanfer honra a más no poder.
Ahora lo importante es la persona, porque las calidades futbolísticas seguirán intactas. Y lo que más requiere este luchador de la vida, este pequeño gran colombiano que ha puesto en alto el nombre del país es que lo sigamos arropando, que el apoyo que necesita en estos momentos lo mantengamos como tendencia, y que todos nos volquemos al #PonteLa10XQuintero, que ya harto él se la ha puesto por nosotros.
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