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EEUU trata de bloquear Irán tras retomar este la senda nuclear

Publicado el 07/05/19

Efe 

Washington ha apostado todo su capital geopolítico al colapso de la República Islámica y la reducción a “cero” de los ingresos que obtiene por la venta de petróleo, un movimiento que podría incrementar el precio del crudo y fortalecer a Arabia Saudí.

El Ejecutivo de Donald Trump comenzó una “campaña de máxima presión” sobre Irán hace casi un año, cuando el 8 de mayo de 2018 se retiró unilateralmente del acuerdo nuclear suscrito en 2015 con Irán, la Unión Europea (UE) y otras cinco potencias (Rusia, China, el Reino Unido, Francia y Alemania).

Desde entonces, EE.UU. ha vuelto a imponer todas las sanciones que había levantado como fruto del pacto, que fijaba limites al programa atómico iraní. La apuesta de EE.UU. contra Irán no se queda ahí: ha designado como grupo terrorista a la Guardia Revolucionaria iraní, una medida sin precedentes contra los militares de otro país, y el domingo ordenó el despliegue en Oriente Medio de un portaaviones con su equipo de combate y un grupo especial de cazabombarderos, en un clima de tensión en el golfo Pérsico.

Para Ali Vaez, profesor de la Universidad de Georgetown y experto en Irán, “está claro que EE.UU. espera poner a Irán de rodillas con una campaña de máxima presión económica y en el mínimo espacio de tiempo”.

El analista asegura a Efe que Trump busca un “cambio de régimen” en Irán, aunque la Administración insiste en que lo único que desea es modificar el comportamiento “maligno” de la República Islámica en la región, donde respalda al grupo chií libanés Hizbulá y al palestino Hamás, así como al presidente sirio, Bashar al Asad.

Una de las estrategias más arriesgadas de EE.UU. tiene que ver con el petróleo, ya que Trump quiere reducir a “cero” las ventas de crudo iraní, que se encuentran actualmente por debajo del millón de barriles diarios y que eran de 2,5 millones antes de que el pasado noviembre volvieran a entrar en vigor las sanciones.

Cuestiona el pacto nuclear

El Gobierno iraní anunciará mañana miércoles una reducción de sus compromisos del acuerdo nuclear multilateral de 2015, justo un año después de que Estados Unidos abandonara el pacto y debido al fracaso de resto de firmantes en cumplir con sus obligaciones.

El viceministro iraní de Exteriores para Asuntos Políticos, Abas Araqchí, informará de esta nueva decisión a los embajadores en Teherán de Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania, el resto de países firmantes del pacto.

En paralelo, el presidente iraní, Hasan Róhaní, enviará mañana cartas a los líderes de estas cinco naciones para explicar este paso, del que no han trascendido detalles.

Según la agencia oficial IRNA, Rohaní expresará en esas misivas que Irán ha ejercido contención durante el último año pero que las otras partes han fracasado en cumplir con sus compromisos.

Además, el ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, escribirá una carta a la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, para anunciar los detalles técnicos y legales de la decisión.

El texto de las cartas quedará entre los documentos confidenciales del acuerdo nuclear, pero se informará de su contenido.

Irán exige en concreto el retorno a la situación de lazos bancarios y de comercio de su petróleo previa a la salida de EEUU del pacto nuclear el 8 de mayo del año pasado.

Tensando la cuerda

En noviembre, EE.UU. permitió que ocho naciones (China, la India, Italia, Grecia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Turquía) siguieran comprando petróleo iraní; pero la semana pasada el secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció que ya no habría más exenciones y que esos ocho países serán castigados si siguen comerciando con Irán. “Ya no habrá excepciones. Vamos a cero, cero (importaciones de crudo) en todos los ámbitos”, manifestó Pompeo.

La decisión de EE.UU. promete tensar su relación con China, que ha asegurado que seguirá importando crudo iraní, y ya está teniendo un impacto en el precio del barril, que se disparó durante varias jornadas consecutivas, aunque se ha depreciado en los últimos días.

La posibilidad de una escalada de precios beneficia a los grandes productores de petróleo, como Arabia Saudí, líder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y aliado de EE.UU.; pero golpeará a los países con recursos petroleros limitados, como muchos de los Estados europeos.

La Casa Blanca confía en que Riad garantice el suministro mundial de petróleo; pero los expertos creen que la OPEP no compensará los barriles que dejará de exportar Irán hasta que se materialicen las sanciones de EE.UU. y la reducción del crudo iraní sea una realidad.

Esa perspectiva ha aumentado el nerviosismo en el mercado, ante el temor a que en las próximas semanas se estreche la diferencia entre la oferta y la demanda.

Frente a las presiones de EE.UU., Irán ha afirmado que seguirá exportando crudo y ha recibido el apoyo tanto de los tres países comunitarios que suscribieron el pacto, Francia, Alemania y el Reino Unido, así como de la UE, que ha creado un mecanismo para garantizar el comercio.

Esas partes signatarias han asegurado que seguirán ateniéndose al acuerdo nuclear mientras la República Islámica siga cumpliéndolo, tal y como lo ha certificado hasta en 14 ocasiones el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que publicó su último informe al respecto a finales de febrero.

De fondo, en la región se ha incrementado la tensión debido a que Irán ha vuelto a amenazar con interrumpir el tránsito de los barcos de petróleo de los países del Golfo -aliados de EE.UU.- por el estrecho de Ormuz, un paso angosto entre Irán y Omán por el que circula aproximadamente el 20 % del crudo del mundo.

Mientras tanto, la única tregua entre EE.UU. e Irán podría producirse mediante el intercambio de presos, una opción que el Gobierno iraní planteó a la Casa Blanca hace seis meses y que no ha recibido respuesta, según desveló a finales de abril en Nueva York el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif.



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